La asociación de Amigos de la Celtiberia nació con la voluntad de promover el estudio de una de las zonas más afectadas por la despoblación. Reclaman la activación de la ley de desarrollo rural del 2007 para que las zonas rurales recuperen parte de los servicios que le han sido negados en favor de las acumulaciones urbanas.

-Parece que por fin la despoblación se ha convertido en un asuntos prioritario, tras tantos años de olvido en las agendas públicas...

-Llevamos mucho tiempo insistiendo, todos los diagnósticos estaban hechos. Hasta el punto de que en el 2007 ya se aprobó una ley estatal de desarrollo rural que sentaba unos pilares de actuación que nunca fueron dotados de fondos. Ahora sería el momento de retomar aquella norma, que además se aprobó con una mayoría tremendamente amplia. Urge reactivar la citada ley, mejorarla, desarrollarla con los decretos adecuados y dotarla de los fondos necesarios. Allí quedan certeramente radiografiados los problemas, reconocida la situación excepcional de las zonas rurales y apuntadas las soluciones, incluyendo una gestión comarcalizada de los recursos. Hasta el momento prácticas como el reparto de Fondos Leader no han podido vertebrar las ayudas como era necesario.

-A pesar del cambio de tendencia en los pueblos prima el pesimismo. ¿Ya no se puede revertir el abandono?

-La verdad es que es muy complicado. La atención de los políticos en un primer momento debería garantizar que la gente que queda en los pueblos pueda vivir con dignidad. Por ahora es fundamental que tengan una calidad de vida mínima esperando a ver qué pasa en el futuro. Algo tan sencillo como que tengan una ambulancia. O que se les garantice a las personas mayores una alimentación de calidad. Y además, igualdad de oportunidades: si alguien tiene una tienda en una zona despoblada es evidente que tendrá un 90% menos clientela que una tienda en la capital.

-¿Qué incentivos fiscales proponen en estos casos?

-No sería descabellado proponer una fiscalidad finalista. Los pueblos reciben una financiación en función de la población que tienen, pero muchos de ellos tienen un tanto por ciento de vecinos que solo acuden los veranos y los fines de semana. Se puede proponer un padrón compartido, o por lo menos que se pudiera decidir a qué dedico un porcentaje de mis impuestos. Mucha gente todavía mantiene una vinculación con el medio rural aunque se hayan marchado a Zaragoza y sería una forma de responder a esa necesidad que tienen los emigrantes de tercera generación. No se puede olvidar que mantener abierta la tienda o el bar es un servicio básico. La soledad es un gran problema en zonas rurales.

-A pesar de las declaraciones políticas en las que prima la unanimidad se ven enormes discrepancias entre las diferentes fuerzas como pasó a la hora de defender a un diputado por la provincia de Teruel en las Cortes de Aragón. ¿De verdad existe interés político en el problema?

-Yo no me lo acabo de creer. Esta votación, al principio, ha sido un ejemplo. Y también algunas de las resoluciones de la Comisión Europea en las que solo se plantea que cuando se cumplan determinadas condiciones se plantearán la toma de medidas. Lo cierto es que los votos salen mayoritariamente de las ciudades y el territorio rural solo tiene representación en el Senado, una cámara con poco poder de decisión o de gestión.

-¿Qué se puede hacer desde el propio mundo rural para atraer población en inversiones?

-La visión de los pueblos sigue estando estigmatizada por la época franquista. Pero el mundo rural también tiene que ser capaz de cumplir una función que el mundo le demanda. En las ciudades, si un joven le plantea a sus padres que se va a volver al pueblo de sus abuelos, enseguida le dirán, ¿pero tú qué harás ahí? Esa el la mentalidad que hay que cambiar. En muchos casos es más fácil ganarse la vida en el ámbito rural, más allá de los problemas de la inversión en la agricultura. La idea de que existe una España vacía ha hecho un daño tremendo. En esas comarcas existe gente, recursos naturales, historia y patrimonio.

-A veces lo que no existe son medios de transporte o banda ancha. ¿Es seguir adelante sin infraestructuras materiales?

-Es fundamental mejorar la gestión de los ferrocarriles. Tampoco sería una locura dedicar un euro de cada uno de los billetes que se venden para el AVE en financiar las líneas deficitarias. La alta velocidad la ha hecho un flaco favor al mundo rural. También han de mejorar los autobuses, pues no se puede obligar a la gente a depender de los coches particulares. Otra inversión necesaria es en comunicaciones.

-¿La manifestación de hoy en Madrid puede ser el comienzo de un cambio de tendencia a gran escala?

-El problema demográfico ahora es central. No se puede olvidar que en los territorios que forman Celtiberia ahora tienen menos población que en la época anterior a la dominación romana. Si la gente conociera la ley de desarrollo rural del año 2007 y se aplicara correctamente se podría empezar de nuevo. Si se sientan unas bases de desarrollo muchas familiar encontrarían un entorno mucho más saludable para prosperar.