Tras 18 años al frente de BSH Electrodoméstico España y 32 en la empresa, José Longás Pellicena (Zaragoza, 1952) se jubila el 1 de agosto. Deja la compañía en un momento de fuerte dinamismo y grandes perspectivas.

-¿En qué ha cambiado la empresa en estos 32 años?

-Sigue sus ciclos como lo ha hecho desde hace 70 años. Es más moderna, tecnológica y competitiva porque el mercado es global. Antes los competidores eran más de casa, ahora están en todo el mundo: coreanos, chinos, turcos… que tienen ventajas en costes laborales. Pero conserva la esencia de sus orígenes y la cultura del fundador (Esteban Bayona): el amor al trabajo.

-Los años de crisis han pasado, ¿cómo los ha vivido?

-Han sido muy duros. Entre el 2007 y el 2010 el mercado de electrodomésticos en España se redujo a la mitad. Lo que se había tardado 20 años en construir, se destruyó en tres. Tuvimos que reaccionar con la suerte de que vimos pronto las orejas al lobo. A finales del 2007 empezamos a tomar medidas. Había que proteger los activos y para ello hicimos de todo: desde parar fábricas a quitar marcas como Linx, la gama más baja del grupo. Redujimos todo tipo de gastos pero protegimos dos: la formación y el márketing. Después de estar a pan y agua, sobrevivimos bien. La economía empezó a funcionar poco a poco y nosotros estábamos mejor preparados. Nuestro mayor competidor (Fagor), quebró y eso también nos ayudó a crecer.

-¿Llegó a peligrar la continuidad de las fábricas de Zaragoza?

-Creo que no, pero vivimos en un riesgo permanente desde hace 15 años porque competimos con fábricas dentro y fuera del grupo.

-¿Qué salud tienen hoy las fábricas de Montañana y La Cartuja?

-Muy buena, especialmente Montañana. La Cartuja también, pero está en un periodo de transición por las inversiones en las nuevas plataformas de producto.

-¿Cómo es vista la BSH España desde la matriz alemana?

-Está mal que lo diga yo, pero tenemos prestigio y respeto porque contribuimos a la multinacional de forma muy potente en productos, I+D... Desde que llevo en la dirección general, más de 300 profesionales de BSH España han trabajado para la matriz en todo el mundo. Somos la nacionalidad que más puebla el grupo.

-Además de fabricar, BSH tiene una fuerte I+D en Zaragoza.

-Es importante para ser respetado en estos tiempos de deslocalizaciones. Es muy fácil mover una fábrica, llevarla a Rumania o Polonia, pero deslocalizar la I+D es casi imposible. Es nuestro un gran salvavidas. Tener capacidad de crear conocimiento ancla mucho la actividad a un territorio.

-El grupo está ejecutando aquí múltiples inversiones, ¿a qué se debe tanto movimiento?

-La economía española está en un buen momento y el mercado crece de forma sostenida. Igual que fuimos capaces de estrecharnos hasta límites de supervivencia durante la crisis, ahora nos extendemos. Hemos ampliado las oficinas de Plaza porque los desarrollos de informática necesitan cada vez más espacio. Y en el almacén de Plaza, nos estrujamos en los tiempos malos y ahora necesitamos crecer.

-Montañana dejará de fabricar lavavajillas, ¿una mala noticia?

-No, pero emocionalmente es duro porque Balay comenzó a fabricar lavavajillas aquí hace 40 años. La producción no es muy elevada y no llega a las economías de escala suficientes para ser competitivos en el grupo. Es mejor concentrarnos en lo que sí tenemos economías de escala: hornos e inducción. Esto a veces no se ha entendido bien, pero el impacto laboral va a ser cero. Montañana es una gran fábrica, muy productiva, eficiente y metida de lleno en la industria 4.0. Tiene un porvenir brillante si hacemos las cosas bien y no rompemos nadie nada.

-¿Las máquinas acabarán sustituyendo a los trabajadores?

-Es una realidad. En la industria vamos en esa dirección. Cada vez se necesitará menos mano de obra, pero a la vez hace falta más gente en otras especialidades como conectividad o industria 4.0. Es un reto social, debemos mentalizarnos. Por eso apostamos por la formación dual, porque así se crean trabajadores del futuro.

-¿Tiene futuro la industria del electrodoméstico en España?

-No tengo la menor duda. Es verdad que los países del este y asiáticos tienen costes laborales más bajos. La solución es ser competitivos en todo lo demás: innovación, formación, automatización... Y ser flexibles en la organización del trabajo.

-¿Qué futuro le ve a España?

-Los años que vienen por delante son buenos si no permitimos que quienes quieren romper el sistema de convivencia lo consigan. Y esos son los Podemos, los comunes, los separatistas, los ZEC...

-¿Deben subirse los salarios?

-Me alegro de que la ministra Báñez dijera que sí. Estoy absolutamente de acuerdo con una salvedad. Hay dos mundos. Las empresas como la nuestra, que tiene salarios dignos, y otras donde son de 600 o 700 euros. Estos últimos deben subir.