Zaragoza tendrá ley de capitalidad. Tras casi dos décadas de permanente conflicto institucional y discusión sobre cómo reconocer la diferenciación de la capital, el presidente de Aragón, Javier Lambán, y el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, rubricaron ayer el «histórico» primer acuerdo entre ambas instituciones para impulsar la tramitación en las Cortes de una ley que, tal y como adelantó EL PERIÓDICO, reportará a la ciudad, en términos económicos, un fondo de financiación fijo de 8 millones de euros anuales para la ciudad --revisables solo al alza en función de los ingresos no financieros de la comunidad-- y un convenio marco de financiación para competencias delegadas de cuatro años de vigencia, 2017-2020, de 13,5 millones en el primer ejercicio que irá aumentando en 1,5 más en los años siguientes, hasta alcanzar los 19,5 en el último.

Lambán y Santisteve se comprometieron a impulsar y favorecer una aprobación en sede parlamentaria de un acuerdo político que a ellos deja satisfechos. Consideran un «privilegio» ser quienes dan una respuesta a la exigencia «justificada y legítima» de Zaragoza que no pudieron lograr gobiernos anteriores. A pesar de no ser las cifras que el alcalde venía reclamando desde el 2015, ni las que el presidente había incluido en los presupuestos de la comunidad (5 millones de fondo anual), este irá más allá de las cifras.

MÁS COMPRENSIÓN

La lectura de ambos difería mucho de su indignación de meses anteriores. Ayer Lambán destacó que, reconocía las aspiraciones del alcalde, pero que el «esfuerzo económico importante», con respecto a su oferta inicial y a la de gobiernos anteriores, motivado por las «circunstancias» pero que consigue un «punto de partida absolutamente sólido, valorable y digno de ser puesto de manifiesto». «Son cuantías bastante superiores a las que, desde el punto de vista del interés autonómico, no habría estado dispuesto a llegar hace unos meses», añadió el presidente aragonés.

Más sorprendente supone la reacción del alcalde Santisteve, que en dos años ha pasado de exigir un mínimo de 50 millones de fondo de capitalidad y más de 100 para financiar competencias impropias a considerar que estas cifras son «ahora suficientes e importantes», como dijo ayer. «En unos tiempos que no son nada halagüeños para ninguno de los dos», apostilló, admitía este esfuerzo y dijo estar «agradecido» porque «en otros momentos sirvió para que quedara truncado el acuerdo». «Nos parece loable», llegó a decir, que se aumente a esta aportación en «unos tiempos que dan para lo que dan».

Así que el cambio de actitud ambos lo quisieron circunscribir a ese giro que quieren dar a sus relaciones. Después de la tensión y las críticas que ambos se han dedicado durante más de un año, se comprometieron a «crear canales estables de comunicación» entre ambas instituciones y convertir este pacto en un «punto de inflexión» para afrontar los numerosos asuntos pendientes que les separan.

PUNTO DE INFLEXIÓN

Así, la capitalidad acarreará una comisión bilateral DGA-ayuntamiento en la que abordar todas las reivindicaciones, históricas y recientes, que les separan todavía. Entre ellas, la deuda del tranvía y los impagos tributarios del Ejecutivo autonómico, o el cobro a los zaragozanos del Impuesto sobre la Contaminación de las Aguas (ICA). Y favorecer, dijo Santisteve, «un nuevo marco de relaciones de buena entente y leales entre el ayuntamiento y la DGA».

«Este es un hito importante. Hemos aprendido todos que ser útiles a los ciudadanos, responder a las promesas que adquirimos en mayo del 2015, significa acordar. Y que disputar es convertirnos en actores inútiles de la política aragonesa», reflexionó Lambán, quien aseguró que su Gobierno no eludirá ninguna de esas cuestiones espinosas que les han enfrentado. «Como queremos ser útiles, el camino futuro debe producirse en términos de aveniencia».

Tampoco se le puede escapar a nadie el momento en que se produce el acuerdo por la ley de capitalidad. Con Santisteve muy cuestionado por la oposición municipal y criticado por no haber contado con ellos para fijar las cifras que ayer aparecían en el papel. A su juicio, ahora es el momento de darles cuenta del mismo. «¿Que si se les hemos radiado el contenido de las reuniones? Evidentemente no. ¿Si se les va a dar cuenta del contenido del texto para que opinen? Evidentemente sí», respondió.

Lambán salió en su defensa: «Lo que nos ha enseñado la política en los últimos tiempos es que en las relaciones entre políticos hay que combinar con sabiduría el streaming con la confidencialidad y la prudencia. El streaming está bien pero cuando hay avances sustanciales es cuando las conversaciones se producen de manera discreta, que no hay que confundir con el secretismo», explicó el presidente aragonés.

Uno y otro confiaron en que sus relaciones con la izquierda cambien, que este acuerdo sea «un antes y un después», dijo el alcalde. En su caso con un PSOE municipal al que Lambán le recordó que «es el mismo PSOE del Gobierno de Aragón», reconoció que no ha estado incomunicado en ningún momento de cada avance y que confió en que hará lo mejor para los zaragozanos y el consistorio, y que este acuerdo «es bueno para ambos». Lo mismo serviría para CHA.

En el caso del presidente y su relación con Podemos, la negociación del presupuesto está muy presente. El fondo de capitalidad se abonará en cuanto haya ley, pero la financiación de los servicios no llegará hasta que no se aprueben las cuentas de este año. Eso sí cerraría el círculo.