Los políticos aragoneses que protagonizaron la transición lamentaron ayer el papel residual que ha tenido la comunidad en la crisis soberanista catalana. El expresidente de la DGA y cofundador del PSA, Santiago Marraco, indicó que se debería haber cumplido «un papel de bisagra». En una intervención antes de la declaración de independencia y la posterior convocatoria electoral a raíz del 155, recordó que Aragón en los últimos meses debería haber sido «interlocutor privilegiado» con Cataluña, algo para lo que se debería haber «actuado con inteligencia». En ese sentido, consideró que no se jugó con suficiente habilidad con cuestiones como la situación geográfica.

La segunda jornada del II Congreso José Antonio Labordeta para analizar el periodo histórico que se abrió con la muerte del dictador Francisco Franco se dedicó al análisis autonómico. El cofundador del PAR Mariano Blasco lamentó que frente a la implantación nacionalista de territorios como Galicia, Cataluña o el País Vasco, en Aragón toda aquella tarea «tuvo que empezar de cero». Esto provocó que hasta debates que hoy se consideran superados, como es el de la defensa del agua, tuvieran que pelearse poco a poco. «En el mundo rural siempre estuvo claro, pero en las ciudades costó mucho que calara», aseguró.

Proyectos de calado

El exsenador de la UCD José Manuel Escudero también consideró que el peso escaso de la comunidad a la hora de participar en la construcción autonómica está en la falta de población en el territorio. «La mayor desventaja de Aragón en la vida política actual está en su número de habitantes», indicó. Esta situación hace que las representaciones en los foros parlamentarios impidan establecer proyectos de calado.

Para el futuro pidió «buscarle las vueltas» a la realidad demográfica y hacer valer aspectos como «la tradición del pactismo político», algo que consideró una de las aportaciones históricas más importantes de la comunidad de cara a la tradición europea.

También lamentó la oportunidad perdida el hostelero y militante del Partido Comunista, Emilio Lacambra. «No hemos tenido la suerte de los vascos o los catalanes a la hora de hacer un proyecto de país», dijo. En este sentido destacó que el único proyecto «serio» de aragonesismo fue el protagonizado por Marraco en su etapa como presidente.

Lengua hermana

El propio dirigente socialista citó el trabajo que hicieron para reconocer el catalán como lengua propia de Aragón como uno de los esfuerzos más destacados en la materia. «Es una lengua que nos hermana que no puede ser propiedad de los independentistas catalanes», indicó. Y recordó que en los años de la transición los militantes de Omnium Cultural recorrían los pueblos de la franja para tratar de incorporarlos a su causa.

Para Escudero, el reto de los próximos años está en la concreción de las competencias autonómicas. Señaló que la Constitución que se redactó en su día «no marcó bien la regulación de las transferencias, lo que en estos años ha dado pie a exigencias de que se transfiera más y más, lo que ha propiciado un Estado imposible». Para evitarlo consideró importante «cerrar bien ese proceso y fijar hasta dónde se puede transferir».

Los cuatro ponentes se mostraron de acuerdo en que los años de la transición fueron «de dormir poco» en medio de la incertidumbre. Lacambra manifestó que el periodo se inició «con una situación económica castastrófica» que provocó una gran movilidad social. En su caso recordó que la sección de hostelería fue la primera en romper con el Sindicato Vertical. Y todo ello en medio de las huelgas y las presiones de la época.

A sus 94 años, más atrás en sus evocaciones se fue el cofundador del PAR. «La guerra civil me pilló con 13 años y me quedé sin juventud, que es lo peor que nos podía pasar».