Dos semanas después de pisar por primera vez el Texas Health Presbyteryan Hospital de Dallas, tras 11 días ingresado en aislamiento y cuatro después de empezar a recibir un antiviral experimental, Thomas Eric Duncan, primer caso de ébola diagnosticado en Estados Unidos, falleció ayer. El liberiano de 42 años, que contrajo el virus en su país tras ayudar a transportar a una joven embarazada enferma que luego murió, se convirtió en la primera víctima mortal en EEUU, donde se ha tratado a otros cinco infectados en África, tres de los cuales se han recuperado.

La muerte de Duncan, que falleció tras haber pasado varios días en estado crítico, ponía inmediatamente los focos en los protocolos para disponer de su cadáver y en EEUU se recordaban las palabras que en agosto pronunció Tarik Jasarevic, un portavoz de la Organización Mundial de la Salud: "Cuando la persona acaba de morir es cuando es más contagiosa porque es cuando el virus está invadiendo todo el cuerpo".

Asimismo, el fallecimiento de Duncan hacía volver la atención a toda una serie de errores cometidos en su caso. Aún no se ha explicado, por ejemplo, porqué se le dejó ir de urgencias la primera vez que acudió, el 25 de septiembre, pese a haber informado de que provenía de Liberia y presentaba ya síntomas. Pese al ingreso, no fue hasta días más tarde cuando se le empezó a administrar un antiviral experimental. No hay noticias tampoco de que Duncan recibiera un serum hecho con anticuerpos de la sangre del doctor Kent Brantly, el primer infectado recuperado y que ha donado plasma.

En paralelo, EEUU incrementa los controles. Ayer se anunció, por ejemplo, que en los cinco aeropuertos de EEUU por donde llegan el 90% de los viajeros de Sierra Leona, Liberia y Guinea se empezará a tomar la temperatura de esos pasajeros y a obligarles a rellenar un cuestionario.