Que el patinete eléctrico es un medio de transporte limpio es un hecho evidente al no emitir gas alguno a la atmósfera mientras se mueve por la ciudad. Resulta clara su ventaja frente a otros de ámbito urbano como los ciclomotores. No obstante, un estudio acerca del impacto ambiental de este medio de transporte realizado en la Universidad de Carolina del Norte tiene en cuenta variables que, hasta ahora, habían pasado por alto en otros trabajos.

El trabajo, titulado Are e-scooters polluters? The environmental impacts of shared dockless electric scooters, utilizó como referencia las flotas de las compañías Lime (que, por cierto, en su día operó en Zaragoza, antes de que se lilimitaran a dos las marcas que podían ofrecer este servicio en la ciudad) y Bird en Raleigh, la capital de Carolina del Norte. A partir de ahí, los encargados de este trabajo cuantificaron los efectos del transporte de los patinetes desde las fábricas de origen, que suelen estar en China, hasta los destinos finales.

También atendieron a su producción, ya que el estudio pormenoriza el impacto de los materiales que lo conforman. Igualmente, tiene en cuenta el ciclo de vida de estos vehículos compartidos, sometidos en muchas ocasiones al vandalismo o a los malos usos. Esta última circunstancia lleva emparejado que su periodo de uso normal, que el estudio estima en aproximadamente dos años, sea mermado significativamente, lo que se traduce en la fabricación de más unidades, con la contaminación asociada a esta producción.

Precisamente, el estudio estima un impacto promedio de 202 gramos de dióxido de carbono por milla y pasajero, de los que el 50% deriva de sus materiales y fabricación, el 43% de su recolección y distribución -es decir, a las emisiones que producen los vehículos que los recogen y distribuyen por los entornos urbanos- y solo un 4,7% a las cargas de electricidad de sus baterías. Por último, considera que el transporte desde la fábrica a su destino resulta trivial en este aspecto.

Pero si este informe destaca por tener en cuenta parámetros que otros pasan por alto, aún lo hace más por los resultados del impacto del patinete en comparación con otros medios de transporte de las ciudades. En ese sentido, no resulta sorprendente que vehículos totalmente limpios -más allá de su fabricación y materiales- como las bicicletas tradicionales obtengan mejores datos.

Sí lo es que, por ejemplo, las líneas de autobús urbano obtengan un mejor resultado por pasajero. Incluso el uso de ciclomotor eléctrico, una modalidad que, por cierto, también opera de manera compartida en Zaragoza, arroja mejores valores.

También sale mejor parada la bicicleta eléctrica compartida. No así la individual, que se coloca con el segundo peor resultado, solo superado por el automóvil personal, el medio de transporte con mayor impacto de los analizados en el estudio.

En resumen, un medio de transporte libre de emisiones cuando está en marcha, pero no tanto cuando su motor se encuentra apagado.