Desde la lejanía y con algo de sorpresa. Así vivieron la jornada de ayer gran parte de los temporeros que residen en las comarcas del Segriá y el Bajo Cinca para colaborar en las labores agrícolas de la zona. Han llegado desde Marruecos, Argelia o Rumanía y muchos de ellos ya llevan una década en Cataluña. Bastantes se defienden en catalán. «Procuramos no meternos en estas cuestiones», indicó Mohamed Wail.

Junto con tres compañeros marroquís pasó la mañana en un rincón de la plaza de Serós. «Venimos aquí todos los domingos y hoy hemos hecho lo mismo que siempre», señalaron. Esto trabajadores frutícolas alternan su trabajo como temporeros en las dos comunidades. «Lo importante es trabajar y no nos importa dónde estemos», manifestó Moussa Basona. A pesar de llevar 25 años viviendo en el pueblo tiene claro que su futuro no depende de una hipotética independencia de Cataluña. «Si las cosas se ponen complicadas tendremos que buscarnos la vida fuera».

A pesar de la indiferencia general, algunos de los inmigrantes defienden la opción del sí por las supuestas mejoras que obtendrán con la independencia para su colectivo. Es el caso de Hafeda Bunani. De origen marroquí, trabaja como limpiadora municipal en las escuelas y el centro de salud del pueblo. «Ya me considero catalana y pienso que hace falta un cambio para que las cosas sean mejores», destacó.

En un locutorio cercano a la zona de votación el ambiente es distinto. Un grupo de marroquís de la zona bereber del país sigue con verdadero interés político la jornada. Esperan que la desobediencia de Cataluña sobre la ordenación legal española siente un precedente que les permite optar a la autodeterminación de su territorio. «Me gustaría que esto saliera adelante sin violencia», manifestó Rachid Arzine, que trabaja como soldador en una empresa local. Sin embargo, en lo concreto no espera una variación inmediata. «No creo que la comunidad inmigrante obtenga una mejora sustancial, pero permitirá cambios internacionales», asumió.

La gente joven es la que habla más abiertamente a favor de la separación. Es el caso de Adrei Marian, un rumano que acudió a la comarca para formarse y que actualmente trabaja en una granja porcina. «Apoyo la reivindicación porque buscan conseguir un reparto más justo de los fondos públicos», indicó. Asegura que votaría a favor si pudiera depositar su papeleta en la urna. «Es una oportunidad para cambiarlo todo desde abajo», expresó.