Todos los días algún hombre siente la necesidad imperiosa de educarnos a nosotras, las mujeres. Su conocimiento y buen hacer se deja ver siempre, pero molesta especialmente cuando nos acercamos a una fecha tan señalada como el 8-M. Momento en el que, huérfanos los señoros de día que celebrar, quieren sentirse copartícipes con nosotras de una celebración que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Ellos se sienten en la obligación de darnos lecciones acerca de en qué consiste el feminismo, ser mujer o lo que se les ocurra alrededor de estos dos supuestos. Lo que sería practicar el mansplaining en toda regla en pleno siglo XXI.

Paciencia…

El primero en entrar en el juego del te voy a explicar una cosita ha sido el papa Francisco, el señoro que dirige una de las organizaciones más machistas de Occidente, la Iglesia católica. Así, Francisco, un hombre que en no pocas ocasiones viste con faldas, ha querido explicarnos qué es o, mejor, en qué acaba el feminismo: «Todo feminismo acaba siendo un machismo con falda».

Acabáramos…

Respiremos, que ahora llega el nuevo. No ha tardado en aparecer nuestro señoro patrio, Pablo Casado, quien, deseoso de hacer méritos electorales, y no contento con querer mandar la actual ley del aborto a 1985, tras su memorable «Si queremos financiar las pensiones debemos pensar en cómo tener más niños», ha querido iluminarnos con su «Es bueno que las mujeres sepan lo que llevan dentro». Gracias, gracias, Pablo, toda la vida convencidas de que la cigüeña traía a los niños de París y gracias a ti y tus conocimientos de biología nos hemos enterado de que no. Como no podía ser de otro modo, nuestro partido de señoros favorito, en lo que a recomendaciones femeninas, que no feministas, se refiere, Vox, de la mano de Santiago Abascal, también anda dispuesto a que no nos ciegue la reivindicación el día 8-M y convirtamos el país en un aquelarre de feminazis. Ni corto ni perezoso, convoca una contramanifestación el mismo 8-M bajo el lema En Femenino Sí y en Masculino también.

Vaya..., luego dirán que no tenemos paciencia.

No sé si llegados a este punto os dais cuenta de cuántas gracias tenemos que dar cada día, sobre todo si logramos alejarnos de estos discursos machistas o silenciarlos. Qué decirles a todos ellos… Como bien explicó Rebecca Solnit en su libro Los hombres me explican cosas: «Los hombres explican cosas, aunque no sepan de qué están hablando» y, añado yo, quizá deberían dejar de hacerlo y disponerse a escuchar o a aprender de las que, con toda modestia, quizá sabemos algo más que ellos. Porque sí, las mujeres también explicamos cosas. Es por eso que -realizando un necesario womensplaining- me permito resumirles, a los tres señoros anteriores, y a todos los que quieran leerlo, algunos puntos de nuestra hoja de ruta para este 8-M, para que ellos, y todos aquellos que quieran, se sumen a la manifestación y a nuestras reivindicaciones. Porque no basta con gritar que «nos queremos vivas», ni con sumarse a las campañas de #MeToo, las mujeres debemos exigir implicaciones concretas y nuevas legislaciones a los gobiernos, porque si nosotras nos paramos, se para el mundo. Por eso, este 8-M pedimos a los gobiernos una legislación que proteja la vida de las mujeres y de los menores que sufren la violencia machista; exigimos una intervención urgente de los gobiernos para frenar las agresiones sexuales; reclamamos recursos suficientes de las administraciones para lograr la abolición de la explotación sexual y reproductiva que comercia con seres humanos y los cuerpos de las mujeres y pedimos una solución para estas; buscamos una reforma que asegure la igualdad laboral y salarial; demandamos la regulación necesaria para la eliminación de barreras que impiden a las mujeres llegar a los puestos de decisión en los poderes públicos, económicos y en el ámbito cultural. En fin, podría seguir. Hay más, muchas más reivindicaciones, pero resolvamos estas en este 2019 y ya dejamos las otras para el 8-M del 2020.

A los señoros del bus nazi del odio de Hazte Oír que recorrerá las calles de alguna provincia ni los menciono -secretamente espero que algún juez les prohíba salir-, cada vez tengo más baja tolerancia para con los machistas, fascistas y xenófobos. Ya hablo con ellos otro día, cuando hayan leído un poquito como para empezar a entender que el feminismo es necesario y las mujeres no queremos saber nada de mentes casposas que nos quieren sumidas en un medievo al que nunca volveremos.