Un día sí y uno no, un taxi va a buscar a Pedro Tolosana a la puerta de su casa y le traslada al clínico para someterse a diálisis. Son ya tres años y medio los que esta persona, de 70 años, lleva cumpliendo esta negra rutina que, como asegura, no lleva a cabo "por capricho". Todo a raíz de un ictus que, además de perjudicar sus ya maltrechos riñones, le provocó una ceguera casi completa. Para él, el borrador hecho público el pasado jueves por el Ministerio de Sanidad, que obligará a algunos enfermos a pagar por este transporte, es una "muy mala noticia".

Tolosana asegura con resignación que a todos los que deben sufrir este tratamiento "nos ha tocado una lotería que nunca hemos comprado". La noticia supone para él "un recorte más" de los muchos que ya han sufrido y señala que, aunque no le guste, tendrá que abonarlo porque es una cuestión de "vida o muerte".

Apunta que, por prescripción médica, no puede estar más de 48 horas sin someterse al tratamiento y, aunque le hagan pagar, "lamentablemente" así seguirá siendo. En su caso, dice, podrá hacer frente a este gasto pero habrá otros compañeros que no tendrán capacidad para ello. Asegura también que cuando va al Clínico va tranquilo, "aunque la penitencia vaya por dentro", pero que cuando sale está muy cansado y es necesario el traslado.

Este paciente va a diálisis de 14.00 a 18.00 horas y su mujer ha amoldado sus horarios de trabajo para poder dejarle en el taxi a mediodía y recogerlo a la vuelta. Sin embargo, Tolosana comenta que otros enfermos van en horario nocturno, de 20.00 a 0.00 horas, y que si no tienen capacidad económica para pagar el transporte será muy complicado para ellos porque "no podrán coger ni el autobús". Cuando sales, afirma, es imposible aguantar 15 minutos esperando en una parada.

No niega que lo ha pasado muy mal pero que, después de más de tres años, ya tiene claro que es la única solución que hay. Aun así, confía en que el Gobierno, tanto autonómico como central, se den cuenta de que no van al hospital porque les "dé la gana", sino porque lo necesitan, y den marcha atrás, al menos, con los enfermos que deben someterse a diálisis.

Para él es una medida "que no se puede entender". Indica también que ahora serán los médicos de cabecera los que tengan que informar, lo que supone "echar balones fuera" por parte de la Administración. El problema en su caso se acrecenta porque, además de sus problemas de riñón y la ceguera, le han dicho que tiene que ponerse una prótesis en la rodilla para poder andar. "En los últimos meses me he caído ocho veces en casa y siete en la calle", lamenta. Si la medida sale adelante, apunta, dejará los cafés, las cervezas y su "mayor pasión", las manualidades".