La voz del lingüista zaragozano Fernando Lázaro Carreter se apagó en la madrugada de ayer, mientras dormía. Era uno de los pocos académicos conocidos por la gente de la calle. Fue gracias a la puntería de sus dardos , a los libros de texto con los que enseñó gramática y comentarios de textos literarios a miles de españoles, además de su labor como director de la Real Academia Española (RAE). Todos los que sintieron su muerte recordaron ayer estas facetas y señalaron la pérdida de una de las personas más preocupadas por preservar la buena salud del castellano.

El lingüista, que tenía 80 años, murió en la madrileña Clínica de la Concepción, en la que estaba ingresado desde hacía días. La capilla ardiente se instaló en el Tanatorio de la Paz a primera hora de ayer. Esta mañana se celebrará un funeral en el que se oficiará una misa y posteriormente será incinerado. Sus cenizas se trasladarán a la localidad zaragozana de Magallón, a la que estaba vinculado por razones familiares.

Numerosas personalidades del mundo de la cultura y la política acudieron al tanatorio para acompañar a su viuda, Angelines, y a sus hijos, Clara Eugenia, M Angeles y Fernando.

Fernándo Lázaro Carreter, que nació en Zaragoza en 1923, fue una de las personas que mejor supo ensamblar los términos sabiduría y humanidad, quizá por ese deseo constante de estar en la calle, oyendo y percibiendo las mutaciones del lenguaje, buscando constantemente la excelencia y despreciando la vulgaridad.

EN EL INSTITUTO GOYA

Alumno del Instituto Goya de Zaragoza, en la misma generación que los futuros lingüistas Manuel Alvar y Félix Monge, recibió el magisterio de hombres de la talla de José manuel Blecua y de Francisco Ynduraín. Recogió la la gran escuela filológica de los años 40 y tuvo como profesor en la Complutense a Dámaso Alonso, de quien aprendió la crítica de los textos

Toda su vida la dedicó Lázaro Carreter a la la Lengua castellana: "Percibo que una anemia idiomática crece en los hispanohablantes hasta extremos que anuncian una nueva lengua: el guirigay", decía el pasado año, el que fue discípulo destacado de Dámaso Alonso, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Salamanca, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, profesor visitante en muchas universidades extranjeras y también profesor asociado de la Sorbona. En 1990, el Gobierno de Aragón le concedió el Premio Aragón a las Letras.

Pero, además, también fue el creador de los libros de textos con los que miles de estudiantes de bachillerato se iniciaron en el conocimiento de la lengua. Profesiones docentes que Carreter supo combinar con su amor al periodismo, actividad en la se inició como crítico de teatro y después como articulista en numerosas publicaciones de Europa y América.

Y ello sin perder de vista su trabajo en la Academia de la Lengua, institución que Lázaro Carreter consideraba "un pilar fundamental para el entendimiento del idioma junto con la escuela, la escritura, literaria o no, y la oratoria en todas sus manifestaciones".

Entró en la Academia en 1972 y ocupó durante siete años el cargo de Director, puesto que dejó en 1998, fecha en la que ya simultaneaba sus artículos del uso de la lengua con la publicación del libro en el