Más de dos millones de personas, según la Delegación del Gobierno, inundaron ayer las calles de Madrid, en la mayor manifestación celebrada jamás en la capital de España, para condenar los atentados terroristas del jueves, que han segado la vida a 199 personas y han dejado más de 1.400 heridos. La lluvia pertinaz no pudo contra el dolor y la rabia de la multitud, que convirtió el trayecto de la marcha en una marea de paraguas.

La manifestación se desarrolló de manera pacífica y sin mayores sobresaltos, pero distó de ser silenciosa como esperaba el Gobierno, convocante del acto. Representantes de todos los colectivos políticos y sociales portaron la pancarta de cabecera, a la que se incorporaron por primera vez representantes de la familia real: el príncipe Felipe y las infantas, Elena y Cristina. A su paso resonaron constantes silbidos contra José María Aznar, que resistió estoicamente el embate con expresión de suma gravedad.

LA VERDAD El grito de "¿quién ha sido?" acompañó a la presidente del Gobierno durante toda la marcha, que se disolvió entre voces de "¡queremos la verdad antes del domingo!", día de las elecciones. También resonó el coro de "no al terrorismo" y "asesinos", dirigido a los desconocidos autores de los atentados.

Tras la pancarta de cabecera, que llevaba por lema Con las víctimas, con la Constitución y contra el terrorismo , iban también los candidatos del PSOE y del PP, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y tres jefes de Gobierno europeos: el francés Jean Pierre Raffarin, el italiano Silvio Berlusconi y el portugués Jose Manuel Durao. Acudieron también para testimoniar su solidaridad el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el titular de Exteriores alemán, Joschka Fischer.

LOS EXPRESIDENTES Asimismo ocuparon lugares destacados en la marcha los líderes sindicales Cándido Méndez y José María Fidalgo. Todos los expresidentes del Gobierno de la democracia se hicieron presentes: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González.

La marcha arrancó hacia las 19.30 horas desde la plaza de Cibeles, arrastrando una estela humana que llegaba hasta la plaza de Colón. Aznar llegó minutos antes del inicio con el príncipe Felipe, compañía que no le salvó de ser recibido con una sonora rechifla. Los agentes de seguridad les abrieron paso hasta la cabecera, donde aguardaban todos los convocados excepto Berlusconi, que fue el último en sumarse y también recibió una ruidosa silbatina.

"TODOS IBAMOS" Desde el primer momento se hizo patente una fuerte carga política por la confusión reinante respecto a la autoría de los atentados. Además, el férreo dispositivo de seguridad y el hecho de que no se hubieran retirado del trayecto los carteles de propaganda política del Partido Popular enfurecieron a muchos asistentes.

Grupos de jóvenes corearon durante la marcha eslóganes en favor de la libertad y los derechos huma-

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