María de Ávila ha sido, por encima de todo, maestra de maestros. Bailarines a los que enseñó, y que con los años han desfilado por los mejores ballets del mundo, destacaron ayer de Lola, tal y como la conocieron todos, "la disciplina y el rigor" con el que enseñó y también cómo supo transmitir "su amor por la danza". Por la Escuela de María de Ávila desfilaron a lo largo de varias décadas artistas como Víctor Ullate, Ana María de Górriz, Cristina Miñana, Arantxa Argüelles, Ana Laguna, Carmen Roche, Ana Laguna, Trinidad Sevillano, Muriel Romero o Antonio Castilla.

"Mi maestra, ha sido como mi madre. Gracias a ella estoy donde estoy", recordó ayer el bailarín y coreógrafo Víctor Ullate. "El que yo me haya dedicado a la danza es por ella, ella es la responsable porque me dio una base muy sólida para que pudiera entrar en el Ballet del siglo XX de Maurice Béjart". Además, muy afectado, definió a su profesora como una persona "muy detallista" para la colocación de la espalda y la cabeza durante las clases de danza, pero lo que más le "marcó" en su carrera fue la "ilusión" con la que, durante esos años, vivió la danza.

Arantxa Argüelles la definió como "una persona muy disciplinada a todos los niveles; sabía que si uno quería dedicarse a la danza había que hacerlo con rigor y eso fue lo primero que aprendimos todos". La bailarina era una "mujer que amaba la danza por encima de todo y eso también se notaba a la hora de enseñar", reconoció Argüelles, que ahora también es profesora. "La danza ha evolucionado mucho y la forma de aprendizaje también, pero tu primer profesor es superimportante".

Elia Lozano también destacó que fue "muy rigurosa" como maestra, pero también "muy cariñosa y muy trabajadora". Y es que "se pasaba horas y horas no solo con los alumnos más avanzados, también con los más pequeños". Su principal enseñanza fue "la colocación del cuerpo y la columna con respecto a las extremidades". Afirma que actualmente existen técnicas pedagógicas "para extraer del alumno su máximo potencial, pero algo muy de base, muy humano es el realizar el trabajo con cariño, rigor y respeto y eso lo tenía Lola, porque para ella no había horarios; si no ejecutabas con precisión no se paraba".

"QUEDA EL PATRIMONIO"

Carmen Roche también estudió con Lola. "Fue mi primera profesora". Pese a la tristeza que le invade, asegura que "se ha ido su cuerpo, pero su alma se queda con nosotros. Nos deja un patrimonio tremendo que nosotros transmitiremos a nuestros alumnos y ellos a los suyos".

Para Carmen de la Figuera, Lola "añadió su pasión a la nuestra y eso hizo que nos lanzáramos a salir fuera un primer grupo entre los que estábamos Víctor Ullate o yo. Nos dio una fuerza para poder irnos fuera porque sin bailar, no podíamos vivir y, ella, nos dio esa posibilidad de salir y poder bailar en los años 60, que imagínate tú qué tiempos aquellos y lo que dirían de nosotros aquí", recordaba ayer Carmen de la Figuera.

Víctor Jiménez no fue alumno suyo, pero sí coincidió con su hija cuando él estaba en Suiza, pero la define como "una gran bailarina y maestra de maestras, además de una trabajadora incansable y una referencia para el mundo del ballet". Todos sus conocimientos se los inculcó a alumnos como Ullate: "Yo recuerdo que nos decía: 'Como decía María de Ávila, estaremos aquí hasta que salga bien".

Para el director del Ballet Nacional de España (BNE), Antonio Najarro, nombrarla "era decir danza con mayúsculas". Aída Gómez que coincidió con María de Ávila en el Ballet Nacional de España (BNE), considera que la artista "tenía un olfato especial para descubrir talentos".

El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, también dijo de María de Ávila que "no solo ha desaparecido una gran bailarina, sino que se ha ido la gran formadora, la gran maestra que hizo aflorar a los jóvenes talentos con su escuela en Zaragoza".