Quien asistiera ayer a la dramática narración hecha por los miembros del museo de Lérida habría pensado que el traslado forzoso en cumplimiento de una sentencia provisional de los bienes de Lérida al monasterio de Sijena se hizo con violencia, con una Guardia Civil lorquiana con capa y bigote dedicada a torturar a un pueblo noble y pacífico mientras técnicos aragoneses --incapaces e iletrados- se dedicaban a destrozar el arte que legítimamente pertenecía a unos simples amantes del arte que durante años conservaron con mimo unas obras que les pertenece. Quien oyó ayer ese relato cargado de epítetos siniestros y lacrimógenos pero vivió la tensa jornada de hace un año, tiene más dudas sobre la construcción oficial del relato ofrecido desde la dirección del museo de Lérida.

Para justificar su relato, ayer se presentó un vídeo de cuatro minutos de duración efectuado durante las 14 horas que duró la operación, no exenta de tensión pero que se llevó sin ningún tipo de incidente. Ni por parte de las fuerzas de seguridad que custodiaron la operación ni por las personas que protestaban contra la salida de esos bienes. Al final, las cosas son mucho más normales de lo que la política interesada quiere resaltar. En el vídeo no se demuestra ninguna de las tesis victimistas propagadas ayer por el director del museo, Josep Giralt, ni por la directora de comunicación, Marga del Campo, autora de un libro que recoge tres mil fotografías sobre esa operación.

Lo que ayer se vistió como un acto en defensa del patrimonio y la unidad museística de Lérida, se convirtió en un alegato en favor de los «presos políticos», contra el Gobierno de Pedro Sánchez y para dibujar un Estado sin libertad, violento y opresor ante un independentismo que solo defiende grandes valores universales de paz y libertad. Todo al ritmo de la canción Bella Ciao (tan revolucionaria y tan alejada de las reivindicaciones derechonas de la mayor parte de quien ayer se concentró a la puerta del museo), poemas de escasa calidad recogidos en el libro Versos por la libertad o la canción de Maria del Mar Bonet Què volen aquesta gent que trucan de matinada.

Ya dejaron muy claro al inicio de la velada popular los organizadores que ese acto en contra del «expolio» era también una defensa de los «presos políticos» frente a un Estado «autoritario y violento».

Torra también se encargó de responsabilizar de sus errores y amenazas al Estado español, al rectificar sobre su apuesta por la «vía eslovena» (que trajo la Guerra de los diez días). «El proceso hacia la libertad será siempre pacífico, cívico y democrático. No voy a permitir que se imponga el relatoficticio de la violencia con el objetivo de justificar una nueva intervención». Torra se llevó los aplausos de un auditorio entregado que acalló con abucheos la intervención del alcalde de Lérida, el socialista Félix Larrosa. Este tenía una posición incómoda ante un abarrotado anfiteatro independentista. Intentó lidiar el papelón apelando a la fraternidad y los vínculos numerosos de los pueblos de la Franja,. Apeló a la concordia pero recibió silbidos y gritos de fuera. Un espontáneo le interrumpió saltando al estrado con un cartel en el que se leía La violencia nunca es proporcional. Fue desalojado por los miembros de la seguridad.

En el vídeo, por cierto, en ningún momento se ve el abuso de la fuerza que denunciaron las autoridades del museo.

Una de las tesis más propagadas desde Lérida y la Generalitat (ayer lo volvió a hacer la consejera catalana de Cultura) es la supuesta incapacidad de los conservadores de arte aragoneses para mantener unas obras que sí estaban bien conservadas en Lérida. Insisten en considerar que en el museo hay humedades y salinidad que dañan el arte, incluso insistieron en que hay máquinas de refrigeración que las daña. La consejera quiso ayer decir que «ni daba lecciones a nadie ni las quería recibir», pero sí mostró su «preocupación» por el estado de las obras en Sijena. Al respecto añadió que la Generalitat ha preguntado varias veces por el estado de las obras y no ha recibido respuesta por parte de Aragón.

Sabedor Lambán de que este iba a ser un argumento empleado desde Cataluña, se anticipó a esa «falacia», que achacó al «supremacismo del indepedentismo y su superioridad moral». No solo consideró una falacia ese argumento, expuesto continuamente, sino que recordó que que desde su estancia en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) las piezas se han movido hasta en siete ocasiones, en dos de ellas para exposiciones en Nueva York y Londres.

También ha considerado «mentiras» las afirmaciones respecto a las opiniones de estos especialistas al cuestionar el cuidado del patrimonio en la Comunidad aragonesa, subrayando que «Aragón puede dar lecciones a los expertos catalanes sobre conservación».

Tal vez también se las podría dar de filología al director del museo, quien consideró que el arte trasladado estaba escrito en catalán, al confundir la sibilante x del castellano antiguo que evolucionó en la grafía j. Sería de risa si no hubiera sido todo, absolutamente todo, tan demencial.