Una marea humana de miles de personas tomó en la tarde de ayer las calles de Zaragoza bajo el lema Si nosotras paramos, se para el mundo, eslogan que figuraban en la pancarta que abría la marcha. La manifestación, convocada por el movimiento feminista 8M y apoyada por numerosas entidades vecinales, sociales y sindicales, salió a las siete de la tarde de la confluencia de Gran Vía con la plaza de Aragón y recorrió el paseo de Independencia y la calle Alfonso hasta llegar a la plaza del Pilar, donde se leyó un manifiesto y se emitieron audios de concentraciones similares en Alemania e Irlanda.

La marcha discurrió despacio debido a la gran cantidad de asistentes, personas de toda edad y condición, en un ambiente festivo en el que sonaba con fuerza un grupo de tambores y ondeaban las banderas de las fuerzas sindicales.

A lo largo del recorrido, que estuvo supervisado por el propio servicio de orden del movimiento 8M, se corearon lemas feministas como Vosotros, machistas, sois los terroristas, No quiero tu piropo, quiero tu respeto y Aquí estamos, nosotras no matamos. En ocasiones, se parafraseaban canciones famosas sustituyendo sus letras originales por mensajes reivindicativos, como Bella Ciao, entre otras.

Muchos de los lemas coreados mostraban su repulsa a la violencia machista, pero abundaban también las críticas al capitalismo y al «sistema patriarcal».

«Es la manifestación más grande de la historia de Zaragoza», exclamó por megafonía una de las organizadores nada más llegar junto al Pilar sobre las ocho y media de la tarde. Sin embargo, no todos los asistentes entraron a la plaza, dado que el manifiesto se leyó cerca de la fuente de la Hispanidad, lo que obligó a muchos a permanecer en la calle Alfonso.

Las mujeres que llevaban la pancarta principal pertenecían a movimientos de los barrios y se hallaba en situación de conflicto, según explicaron las portavoces de la organización, encabezadas por Virginia Maza y Ana Asensio.

«FRENO DE EMERGENCIA»

Tres de ellas se turnaron en el uso de la palabra a la hora de leer el manifiesto en la plaza del Pilar. Se trataba de dos trabajadoras con problemas laborales y de Rosa, que se enfrenta al desalojo de su vivienda este mismo mes y fue objeto de grandes muestras de apoyo cuando todo el mundo entonó el lema ¡Rosa se queda!, ¡Rosa se queda!.

«Tenemos que plantar cara a un sistema que nos explota y nos olvida», leyó una de las portavoces, en medio del apoyo caluroso de la multitud y antes de pedir «un recuerdo por las mujeres asesinadas». A continuación añadió que la manifestación, en la que predominaban las personas que vestían alguna prenda de color violeta, llegaba «cargada de fuerza y de propuestas».

Las referencias a la huelga convocada ayer por diversas fuerzas sindicales fueron constantes y fue calificada de «histórica» antes de señalar que el movimiento feminista es el «freno de emergencia» ante un capitalismo que lleva la humanidad a la «barbarie».

En un momento dado, una de las lectoras del manifiesto pidió «un minuto de ruido» y sonaron abucheos, pitidos y el redoble de los tambores antes de dar paso aun himno interpretado por el Coro de Torrero.

En el manifiesto se repasó rápidamente la historia más reciente del movimiento feminista, que se reinició con fuerza en el 2017, y se hizo hincapié en su carácter «internacional e intergeneracional», así como en valores como la «sororidad», definida como «la mejor arma» para el ideario de la movilización feminista.

A esto siguió una enumeración de todos los objetivos que se quieren combatir con la puesta en marcha del movimiento, desde la sociedad patriarcal a la violencia machista, pasando por las agresiones sexuales, la desigualdad salarial, la explotación laboral, los desahucios y la Ley de Extranjería.

Asimismo, hubo referencias a las cuidadoras y al trabajo doméstico, «imprescindibles para la vida», pero con problemas de consideración social y «mal pagados». También hubo palabras de aliento a las mujeres mayores, de las que dijeron que sufren «marginación social».

«Seguiremos hasta conseguir el mundo que queremos, ni un paso atrás», dijo una de las responsables de la lectura del manifiesto antes de que, sobre las nueve y media de la noche, terminara la concentración, que discurrió sin incidentes, según informaron fuentes de la Policía Local de Zaragoza.

ESTUDIANTES Y OBRERAS

La mañana resultó la antesala perfecta de lo que vino después. Estudiantes y docentes, sobre todo, pero también obreras, coparon el centro de la ciudad de reivindicaciones por una educación feminista y contra las desigualdades en el terreno laboral. La manifestación fue multitudinaria y festiva y en ella miles de mujeres demostraron, una vez más, el compromiso de las zaragozanas con esta fecha.

En la plaza San Francisco ya se barruntaba poco antes del mediodía que la jornada iba a ser un éxito. El campus calentaba motores con actividades previas como aulas abiertas y música. A las primeras acudieron «un montón de mujeres», explicó Elisa Gracia, de la asamblea 8M de estudiantes, quien también se refirió al lema elegido para encabezar la marcha: Educación feminista para cambiarlo todo. «Las aulas son un espacio muy importante, donde socializamos y aprendemos desde pequeños, y desde aquí podemos impulsar el cambio que necesitamos para alcanzar la igualdad», relató Gracia.

Detrás de la cabecera comenzaban a situarse estudiantes, maestras, profesoras y simpatizantes, mientras que los hombres acudían a la parte de atrás, en el bloque mixto, para que en la punta de lanza de la manifestación el protagonismo fuera de ellas. Pero sí hubo, y no pocos, que apoyaron la protesta. Uno de ellos, con un cartel muy claro: El profesor luchando también está educando.

La manifestación salió unos 10 minutos después de las doce del mediodía y lo hizo con pitos, vítores y lemas como Si no es feminista, no es educación o Que viva la lucha de las mujeres. El ánimo fue absolutamente festivo desde el primer momento con bailes, carreras y paradas a lo largo de todo el recorrido.

Zoe, una joven música, consideró «muy importante» que toda la sociedad sepa «por qué se hace» estas actividades, que se escuche «todo lo que se dice» y que se vea «toda la gente que hay». Carmen, una jubilada que también estuvo en la marcha, aseguró que apoyaba «todas» las reivindicaciones de la cita.

Uno de los momentos más potentes llegó cuando confluyó la marcha con la concentración de cientos de sindicalistas al final de la Gran Vía. El grito de Obreras y estudiantes, unidas y adelante se replicaba desde ambos extremos hasta que se juntaron en una explosión de confeti, humo morado y vítores. Así, la cabecera se duplicó para llegar hasta su destino.

Bajó con el mismo espíritu por la plaza de España donde, precisamente, se concentraron a las 11 de la mañana dos centenares de trabajadoras de los medios de comunicación.

Al llegar a la plaza del Pilar, una entrada a la carrera de la vanguardia anticipó la llegada de las miles de manifestantes, que se sentaron enfrente del escenario. «Somos tantas que tenemos que estar sentadas», afirmaron antes de leer el comunicado. «¡Volvemos a hacer historia!», dijeron, como así fue.