Las fuerzas de seguridad marroquís han realizado varias detenciones en los círculos de islamistas radicales en Tánger, la ciudad de que son originarios los tres marroquís arrestados el sábado. La noche del miércoles, cuatro personas fueron detenidas en esa localidad por la policía, que sospecha que podrían estar relacionadas con la organización que perpetró los atentados de Madrid.

Según informaron a este diario periodistas de esa ciudad, los detenidos no pasaron por ninguna comisaría de Tánger, sino que fueron trasladados directamente a dependencias policiales de Casablanca y Rabat. Esa es una práctica habitual de las fuerzas de seguridad marroquís cuando se trata de implicados en terrorismo.

ARRESTOS EN CASABLANCA Las autoridades marroquís no han dado detalles de esa operación ni la han anunciado oficialmente. Fuentes policiales en Tánger se limitaron a confirmar que se habían producido cuatro detenciones, pero no quisieron precisar si se trataba de personas vinculadas con redes radicales. Fuentes diplomáticas señalaron a este diario que "puede ser que los detenidos estén implicados o que se trate de personas a las que se quiere interrogar por si saben algo".

Esos arrestos no serían los únicos. Aunque tampoco han sido confirmados, en medios diplomáticos se tiene noticia de la detención de varias personas en Sidi Mumen, el suburbio de Casablanca donde residían los 14 kamikazes que perpetraron los atentados en esa ciudad.

Además, el diario marroquí Assabah informó ayer que la policía marroquí también ha interrogado a los familiares en Tánger de los hermanos Abdelaziz y Salaheddín Benaish, ambos acusados de pertenecer al Grupo Islámico de Combatientes Marroquís.

CONFIANZA PATERNA Según consta en el sumario instruido por el juez Baltasar Garzón sobre la célula de Al Qaeda en España, Abdelaziz Benaish habría alojado en su casa de Madrid a Jamal Zugam, el que hasta ahora es principal acusado por los atentados perpetrados en la capital.

En Tánger, Mohamed Zugam, el padre de Jamal Zugam, confía en la inocencia de su hijo. "Sé que Jamal no tiene ninguna relación con lo ocurrido", dijo Mohamed, que trabaja en una fábrica de sacos y que se encarga de una mezquita de Tánger. "Cuando no viene el imán, hago la oración", explica.

Este hombre no ve a Jamal como un radical: "Mi hijo nunca ha hablado conmigo de religión". No obstante, Mohamed, que apenas ha convivido con Jamal pues se divorció de su madre cuando era pequeño, acaba cediendo a la duda: "Sólo Dios sabe si pertenece a algún grupo".