El cementerio de Torrero acogió ayer una nueva cita con el recogimiento y el duelo de miles de zaragozanos. Unos 70.000, según las estimaciones del consistorio, pasaron por el camposanto de la capital para reencontrarse con sus seres queridos, adecentar lápidas y llenar de colorido las decenas de manzanas de nichos y columbarios que pueblan el complejo. Una jornada multitudinaria en la que el mal tiempo de los días previos y la posibilidad de disfrutar todavía de tres días de puente, concentró un gran número de visitantes en el día señalado en rojo en el calendario, el 1 de noviembre, ya que para muchos ciudadanos es tradición acudir igualmente a su cita anual con el duelo y la memoria.

Desde primera hora de la mañana, la afluencia de visitantes se dejó notar en el transporte público, reforzado para la ocasión con más vehículos articulados, y sobre todo en los accesos al cementerio y todo el entorno, en el barrio de Torrero. Los agentes de la Policía Local desplegados en la zona trataban de dar la mayor fluidez posible para una jornada que amaneció con cielo cubierto y a mitad de mañana sorprendió con un sol radiante.

En los pasillos, todavía los charcos presentes en el terreno arenoso que separa las manzanas de nichos daban buena cuenta de la lluvia caída en Zaragoza durante los dos días anteriores al de Todos los Santos. En ellos, los habituales ajetreos con escaleras para llegar a las lápidas ubicadas en la fila más alta, las brigadas municipales procurando la limpieza que tanta muchedumbre suele poner a prueba, y numerosos voluntarios de Zaragoza al pie del cañón para atender las dudas de los visitantes y acompañar a los representantes de la corporación municipal en su tradicional recorrido de todos los años.

VISITA INSTITUCIONAL

El responsable de Urbanismo, Pablo Muñoz, ponía la cara visible al Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC), con un ausente alcalde, Pedro Santisteve, que al ciudadano le sigue llamando la atención que no acuda en este día. A su lado, solo la derecha municipal, con el conservador Jorge Azcón y la portavoz de Ciudadanos, Sara Fernández. El itinerario pasó por la capilla del exalcalde socialista Ramón Sainz de Varanda, la escultura en homenaje al Voluntariado, la fosa común al final del andador de Costa, el memorial de los donantes de cuerpo para la ciencia, los mausoleos del Cabildo zaragozano y de Joaquín Costa, y terminando en el memorial de las víctimas de la represión franquista, a la entrada al complejo.

Un acto simbólico con pocos anuncios de inversión para el futuro porque, al parecer, el camposanto funciona como la seda. El edil de Zaragoza en Común (ZeC) explicó que el dispositivo especial estaba dando buenos resultados, pese a los atascos en la entrada y que al acudir «de forma escalonada» por el puente se llegará el domingo a los 400.000 visitantes sin grandes problemas. Y apostilló que la segunda ofrenda floral de la ciudad, tras la de la Virgen del Pilar, ahora permite la tradicional cita de los ciudadanos con sus familiares fallecidos y, por otra parte, vivir el cementerio desde un punto de vista cultural y hasta lúdico. Porque el complejo «es parte del patrimonio de la ciudad» y se ha convertido en «un punto de encuentro».

También destacó el concejal de Urbanismo cómo la memoria histórica se ha erigido como un valor al alza en el camposanto. La novedad de este año es el recuerdo a los militares fallecidos del Tercio de Sanjurjo en 1936, estrenado el pasado fin de semana, y la futura creación del centro de interpretación de la memoria que rehabilitarán los alumnos de la Escuela Taller Ricardo Magdalena. Y poco más de excepcional, ya que este es un recinto con «una inversión constante» pero sin grandes desembolsos anuales, con una partida estable, recordó, de 200.000 euros para un «proceso de mejora continua» que ahora está muy centrada en la «recuperación de nichos abandonados», restaurar capillas o adecentar calles.

Lo cierto es que el cementerio goza de buena salud. Los ciudadanos llenaban sus andadores durante toda la mañana, en una jornada para el duelo en soledad, en pareja o en familia, el recuerdo de los seres queridos y la tradición que nadie sabe exactamente de dónde nace. «Desde que murió mi madre, hace 17 años, vengo siempre este día y no otro, aunque haya mucha gente», comentaba María, que acudía acompañada por sus amigas en un autobús «lleno hasta los topes».

FLORISTAS EN HORA PUNTA

En las puertas, los floristas no daban abasto. Esa clientela de última hora que aprovecha para coger claveles, margaritas... «las que más se venden siempre». Para ellos «se multiplican las ventas». Cerca de 1,5 millones de flores se calcula que se depositarán estos días para el recuerdo y el duelo por los seres queridos.

«Siempre las compro aquí porque me gustan mucho y están siempre frescas», comentaba Margarita, con su marido esperando impaciente y una larga fila. Porque el día de Todos los Santos también es el día de las filas, para entrar en coche, para coger una escalera... Pero nada que con buen tiempo no se lleve mejor, y el de ayer era el mejor para una jornada de recuerdo o de disfrute en familia. Porque visitar a los muertos en el cementerio no impide vivirlo, y pasarle revista.

ALGO QUE MÁS QUE DUELO

Numerosos visitantes ayer se vieron sorprendidos en mitad de su recorrido por el cementerio por la presencia de personajes ilustres que recobraban vida para retroceder en el tiempo.

Así, un actor daba vida al arquitectoRicardo Magdalena, cerca de su capilla, y otro a Joaquín Costa, junto al memorial.

UNA FOSA PARA LOS NONATOS

El ayuntamiento está estudiando una iniciativa llegada desde una asociación que propone crear una fosa específica para bebés nonatos, donde sus familias puedan llorar su pérdida.

Ahora se inhuman en una zona que se estaba adecentando y se paralizó por la investigación de los casos de bebés robados.

MIL MIEDOS ENTERRADOS

Atrapavientos ha puesto en marcha este año un nuevo taller

de escritura creativa en el que unas 500 personas este año, y otras tantas el año pasado, pudieron escribir sus miedos en un papel plantable que luego entierran en el cementerio. Provistos con semillas, de ellos luego surgen flores.