Se le esperaba el primer día y no asistió, pero ayer sí se dejó ver el senador y expresidente Marcelino Iglesias, quien mantuvo un prudente silencio acerca de las primarias de su partido. También asistió a la segunda sesión del debate el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, con un evidente ‘jet-lag’ tras su viaje institucional por Centroamérica. Escuchó atentamente las intervenciones de Podemos e IU y las réplicas de Javier Lambán a ambos. También se hizo una foto de familia con el grupo parlamentario de Podemos, que departió unos minutos con dos de sus estrellas mediáticas, Pablo Echenique, ya sin acta de diputado, y el exJemad Julio Rodríguez, que sigue siendo una apuesta de la formación a pesar de que no funciona como reclamo electoral. En esa foto de Podemos, que reunió a todas las sensibilidades del partido, también posó el diputado Pedro Arrojo. También asistió ayer la alcaldesa de Teruel, Emma Buj y la eurodiputada socialista Inés Ayala. Cada interviniente atrajo a los principales responsables de su partido, que no se perdieron ni un detalle de la intervención. Mención especial para los tres miembros de la Cámara de Cuentas y el Justicia, Fernando García Vicente, que permanecieron impasibles y atentos prácticamente durante las siete horas y media de debate. También estuvo gran parte de él el presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero y el asesor de Lambán, Javier Allué.

A diferencia de ediciones anteriores, el debate tuvo menos intensidad, aunque hubiera momentos de fuerte tensión dialéctica. Los intervinientes respetaron los tiempos asignados, lo que facilitó la labor de la presidenta, Violeta Barba. También estuvieron las senadoras aragonesistas Rosa Santos y Belén Ibarz.

Los turistas continuaban visitando la Aljafería ajenos a que a solo unos metros de distancia, 67 hombres y mujeres debatían sobre la situación de la comunidad autónoma, aunque destacó que todos hicieron menciones a problemas globales, como los atentados yihadisas, el Brexit, el referéndum de Cataluña o el Gobierno de Trump. No hubo, y es de agradecer, demasiadas citas de grandes autores. Pero se nombró a Antonio Machado y Gregorio Briz recordó la figura de Enrique III de Castilla, el doliente, hijo de Leonor, de la corona aragonesa. Fue considerado un buen rey. Tal vez lo dijo para animar a Lambán, al que Arturo Aliaga había visto triste y Luis María Beamonte había calificado de doliente.

El debate de la comunidad abrió un curso político que se antoja apasionante por los numeros retos y frentes abiertos, lo que también genera algo de incertidumbre.

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