Francho Xabier Mayayo, el testigo del que surgió el caso Plaza, cerró la ronda de comparecencias de la comisión de investigación de las Cortes de Aragón. Aseguró que denunció en diferentes instancias de la UTE Acciona-MLN las irregularidades que supuestamente se estaban produciendo en la ejecución de las obras de urbanización. Y extendió las sospechas sobre otra obra, la del tranvía de Zaragoza, en la que también trabajó, y en la que, según dijo, se reprodujeron prácticas parecidas.

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No aportó más datos, ni pruebas. Se limitó a decir que cuando Acciona le trasladó de Plaza a la obra del tranvía observó que se seguía "igual"; que detectó "algún tema", algo "interno" entre empresas que "no es comparable a lo de Plaza" y que canalizó a través de la compañía, aunque no quiso especificar si se ajustaba a la legalidad o no porque no se puede "meter" en otro asunto si no puede "con lo de Plaza". Sin embargo extendió la sombra de la sospecha. Fue lo más llamativo de su intervención, la más esperada, porque fue él quien denunció, como testigo, las irregularidades que se estaban produciendo en la plataforma.

Mayayo relató que hasta el 2008 todo transcurrió con normalidad en la ejecución de las obras. Él se encargaba de recopilar los informes de producción, que posteriormente servían de base para hacer las certificaciones. Sus labores en la UTE eran, sin embargo, variopintas, hacía a veces de correo, llevando documentos de un lugar a otro, o volcaba datos. "Al principio no vi ninguna irregularidad", admitió. Todo cambió en el 2008, cuando se hace el "último modificado" de la obra, que contenía trabajos que "no estaban hechos", recordó. Entonces no dijo nada porque no tenía pruebas.

RATÓN DE BIBLIOTECA

Según su versión, las presuntas irregularidades se seguían repitiendo y en ocasiones pedía a los jefes de producción que le aportasen más detalles sobre algunas obras. También habló con José María Jordán, gerente de la UTE, que le dijo: "Tú ponlo así y ya está", recordó. "Eran cantidades grandes que no se justificaban". A partir de entonces comienza a recopilar todas las órdenes que se le dan, sobre todo correos electrónicos, y a recoger cuanta documentación cae en sus manos. "Hice reparos por escrito y los guardé, como soy un ratón de biblioteca, lo recojo todo", contó.

Comenzó a denunciar las irregularidades a partir del 2010. Primero a sus jefes más directos. Pero, dijo, procuró ir más allá de las paredes de la empresa; al no conocer a nadie en la fiscalía ni en los juzgados, optó por hablar con el PSOE, que según su versión nadie le hizo caso, y que terminó contactando con el diputado Gregorio Briz (CHA), a quien contó lo que veía en la obra. Fue este, tras varias reuniones, quien le puso en contacto con la consejería de Obras Públicas. El primer encuentro se produjo el 29 de mayo del 2013. En la reunión estuvieron el letrado Jesús Lacruz y Natalia Blázquez, técnico del departamento. Luego se sucedieron los encuentros, ya con el gerente de Plaza, Jesús Andreu, que ayer acompañó a Mayayo --y se tomó una cerveza la noche anterior para tranquilizarlo--, en su comparecencia en el Parlamento. "Necesitaba el apoyo de alguien", admitió, y Andreu y Lacruz fueron los "únicos" que se lo prestaron. El 15 de agosto del 2013 se desencadenó la operación.

CERTIFICACIONES

Preguntado por los grupos de la oposición, el testigo explicó los detalles que le llevaron a sospechar. "No comprendía cómo se podían hacer certificaciones de una línea de texto, sin documentos, sin nada que plasmara lo que se había hecho", explicó. Los hechos eran "vox populi" dentro de la empresa, y también "en todo Aragón", dijo. "Había muchísima gente que conocía las irregularidades, era algo que se comentaba tomando café", dijo. "Era sorprendente la diferencia --de precio-- entre la producción y la certificación. Había mucha diferencia. Yo se lo dije a los jefes, al de producción, al de obra, y a la dirección técnica --Intecsa-Inarsa".

Mayayo contó que en la empresa se escuchaban "comentarios" de que a "ciertas empresas había que contratarlas, con algunas no se hacían ni precios comparativos", recordó. Admitió que, "a veces" en las obras de "gran tamaño", como era Plaza, se produce un "pequeño descontrol". Puso como ejemplo palés de cemento que se abrían, se gastaban dos sacos, y el resto se perdían, por no estar protegidos, debido a la lluvia. "A mí eso me dolía", dijo.

Aseguró que el presunto saqueo de 200 millones de euros, que denunció Jesús Andreu, no podía deberse a ese descontrol. "Eso no puede ser", apuntando así a una trama que actuaba dentro de la sociedad. Denunció una presunta campaña persecutoria, de un "círculo" que no concretó, contra su persona. Entre lágrimas, lo que obligó a suspender su comparecencia, dijo temer por su integridad física y lamentó la "soledad" de la gente que como él decide llevar este tipo de hechos ante la Justicia. "Por la noche no puedo dormir", confesó nervioso. Cerró su intervención pidiendo fórmulas para proteger a las personas que quieran denunciar, y que no se vean en su situación.