Llega al bar en mangas de camisa. Manuel Guedea sabía desde hacía días que iba a ser relevado al frente de Aramón. Durante la conversación el móvil suena sin cesar y recibe mensajes de amigos que le dan ánimos tras su destitución. Pero él está tranquilo y relajado. Este año no ha podido ir al tour, pero el pasado lunes hizo 87 kilómetros de bicicleta. Justo el día en el que la decisión de cesarlo se hizo efectiva y se filtró convenientemente. "Yo me voy contento. Siempre se pueden hacer más cosas en los sitios, pero me he comportado con honradez. He estado muy a gusto porque es un puesto bonito, en un sector muy importante para esta comunidad autónoma", explica.

Como político veterano que es --llegó a las Cortes en 1996 y dejó el Parlamento en el 2011-- tenía asumido que igual que entró, llegaría el día en que tendría que irse. "Las cosas son como son. Los accionistas han creído conveniente el relevo y así me lo tomo y yo lo doy por zanjado", reconoce.

Su etapa no ha sido sencilla, con una empresa endeudada, y unas temporadas de esquí muy irregulares. "En una empresa turística, la crisis económica se nota mucho, como en todas, pero en esta especialmente. Además dependes de la climatología que te condiciona mucho. Yo lo he hecho lo mejor que he podido. No me marcho decepcionado, sino con la convicción de haber cumplido. Acepto la decisión con la misma normalidad que cuando me nombraron", asegura. Ahora volverá a su trabajo como funcionario de la Administración autonómica. "Afortunadamente no dependo de esto para vivir. Así que regreso a mi puesto anterior, que también tengo ganas", dice. Cierra esta etapa en Aramón y abre una nueva. Ha estado un año y medio y no ha tenido tiempo ni de aprender a esquiar.