El combate contra el fuego que asuela los montes de Castanesa, en el límite nororiental de Aragón con Cataluña, entró ayer en una fase decisiva. Se redobló el ataque aéreo contra llamas, con un total de ocho helicópteros y tres hidroaviones que vertieron toneladas de agua hasta controlar algunos de los múltiples focos del incendio en las estribaciones del parque de Posets-Maladeta. Con todo, un balance provisional arroja que han ardido en torno a 1.600 hectáreas de pinar, pastizal y monte bajo.

El incremento de los medios aéreos, facilitado porque el viento dejó de soplar con fuerza, permitió frenar el avance de las llamas en las cercanías de los núcleos habitados, aldeas como Neril, Señiú y Noales, a las que los vecinos desalojados el jueves pudieron regresar ayer tras pernoctar en hoteles y campings de la zona. Castanesa, el núcleo con más habitantes, quedó al final liberado del fuego, pero sus vecinos no pudieron regresar ante el riesgo de que pueda registrarse otro incendio en sus inmediaciones.

Sin embargo, el fuego redobló su fuerza en zonas más elevadas de las montañas que cierran el valle de Castanesa por el norte, en la sierra de Llauset, adonde se dirigió la mayor parte del esfuerzo del dispositivo dirigido desde el col de la Espina, a más de 1.400 metros de altitud. Además, a media tarde, se reavivó el viento y fue necesario que los medios aéreos regresaran a sus bases.

SIETE BAJO CERO "Ha habido suerte con el tiempo", resumió el consejero de Agricultura y Medio Ambiente, Modesto Lobón, en el puesto de mando avanzado. "No solo ha cesado en parte el aire que impedía actuar a los helicópteros, sino que además esta noche la temperatura ha sido de siete bajo cero", explicó.

Esos dos factores contrarrestaron el factor que más ha ayudado a la propagación del fuego, la extrema sequedad del suelo y la vegetación, de forma que el frente de las llamas bajó de ocho a cuatro kilómetros de longitud entre el viernes y el mediodía de ayer.

Además, los 300 miembros del equipo antiincendios que trabajan en tierra pudieron abrir cortafuegos, hasta el punto de que Modesto Lobón cree que ahora se abre un periodo de "estabilización" del incendio. "Extinguirlo llevará su tiempo", aseguró, "pero de momento se ha dado un paso importante para controlar y evitar la extensión del fuego".

Sin embargo, el responsable de Medio Ambiente de la DGA no se atrevió a dar una fecha precisa para que puedan retornar a sus casas los 69 vecinos de las aldeas de Montanúy y Laspaúles que fueron desalojados de sus casas antes del fin de semana ante el avance de las llamas.

En total, el incendio en el valle de Castanesa ha obligado a evacuar 14 lugares habitados, entre ellos aldeas que no suman más de cinco habitantes. No se han registrado daños personales, pero las llamas destruyeron dos viejas edificaciones en pueblos que estuvieron cercados por el fuego y el humo.

"La gente está preocupada por el estado de sus propiedades", subrayó ayer Cristina Gavín, directora general de Bienestar Social, que se encarga del apoyo a las familias evacuadas, las cuales han sido repartidas en alojamientos turísticos de Laspaúles y Vilaller, en Lérida. "Los trabajadores sociales de la comarca de la Ribagorza están pendientes de ellas y velan para que no les falte de nada", añadió.

Por otro lado, Óscar Gracia, responsable del centro de coordinación de Cruz Roja en Laspaúles, con 18 voluntarios, señaló que, desde que empezó el incendio solo han atendido a personas con pequeñas lesiones, como cortes y esguinces. "No ha habido heridos graves", subrayó.