Los efectos de la caída del precio del petróleo sobre la economía real tardarán en notarse y los supuestos beneficios para empresas y consumidores no lo serán en igual proporción a como es la rebaja del barril de crudo en los mercados de futuros estos días. Pero a la larga, y siempre que la tendencia bajista se mantenga, acabará trasladándose al bolsillo de los consumidores, opinan varios expertos consultados por este diario.

En teoría, un petróleo más barato lleva a un abaratamiento de los carburantes. Eso no significa únicamente que será más barato llenar el depósito de gasolina del coche o comprar un billete de avión, sino que las empresas verán reducidos sus costes de producción (el transporte supone un porcentaje elevado dentro de esta partida) y eso, a su vez, se trasladará al consumidor final. "El efecto más importante es la bajada de precios, porque la energía está presente prácticamente en todos los productos", destaca el profesor de IESE Antonio Argandoña. En un momento en los que la baja inflación es motivo de preocupación en la zona euro (sobre todo en España, con tasas negativas del IPC), para Argandoña "no es alarmante" que bajen más los precios, ya que no estaría vinculado a la caída de la demanda, lo que sí sería una mala señal, sino a los menores costes empresariales.

Sobre este escenario teórico los economistas añaden varias advertencias. La primera es que el crudo solo representa un tercio del precio de las gasolinas. Los otros dos tercios son impuestos y los costes del refino y distribución, que no varían aunque se abarate la materia prima.

Además, el impacto de lo que ocurre en los mercados no será inmediato, sino que tarda un tiempo en llegar a la calle, recalca Francesc Xavier Mena, profesor de Esade. "Lo importante es si este ajuste se mantiene estable o no", afirma Mena, que considera que el petróleo estará en niveles bajos al menos un año.

El petróleo también se usa en la fabricación de múltiples productos, como plásticos, fertilizantes y textiles, por lo que las compañías de estos sectores también notarán un abaratamiento de costes. El efecto en la petroquímica será directo, dice Mena.

Aurelia Mañé Estrada, profesora de la Universidad de Barcelona, se muestra mucho más escéptica sobre el efecto real sobre el consumidor, al afirmar que "hay una asimetría total" entre el precio del petróleo y el de las gasolinas. Tampoco cree que bajen demasiado los precios de otros productos, como tampoco se disparó la inflación cuando se encareció el crudo entre el 2006 y el 2008.

FACTURA ENERGÉTICA Donde seguro que se notará es en la balanza de pagos. Prácticamente todo el crudo que se consume en España es importado, por el que se paga unos 100 millones diarios. Cualquier disminución del precio se reflejará en la abultada factura energética del país.

También existen riesgos. Mientras el petróleo sea barato, "la industria no se esforzará en mejorar su eficiencia energética", lo que irá en contra de la competitividad, opina Jordi Ortega, de la Universidad Carlos III. Y las grandes perdedoras serán las energías limpias. "La mejor manera de apostar por las renovables es que el petróleo sea caro", sentencia Mena.