Hay que saber mucho de números y tener una buena dosis de fe para creer que nadie miente en el conflicto del tranvía. Una discusión que tiene un origen, en septiembre, cuando se dio a conocer el nuevo calendario, y también un llamativo respaldo. Apenas un tercio de la plantilla de la operadora, Tranvías Urbanos, es capaz de poner en jaque la línea de alta capacidad de Zaragoza. Son 59 conductores en total, votaron solo el 75% el pasado día 20, o sea 45, y de ellos 36 dijeron sí a la huelga. Quizá los mismos que ayer se congregaban en la plaza España, frente a la sede de la sociedad Los Tranvías de Zaragoza, para reivindicar sus exigencias. De la mano del Sindicato Ferroviario (SF), el que convocó la huelga.

Muchos zaragozanos ven en ellos los herederos de la plantilla del bus, planteando huelgas cada vez que llega el Pilar, aunque estos este año no darán guerra a Avanza, siendo la misma multinacional la que opera ambos medios de transporte. Destacados representantes del CUT en Avanza estaban ayer junto a ellos. Arropados por pancartas que ponían a la empresa y a la sociedad mixta como hoja de perejil. Les hacen responsables.

¿Cuál es el problema? La pregunta más habitual en la calle es complicada de responder porque es obvio que alguien miente. Y el rizo se riza más cuando hay un tercero, el resto del comité, en contra y que avisa de que cualquier concesión que haga la empresa, la exigirán después para el resto de la plantilla. Una representación en la que SF ha perdido dos miembros desde los últimos Pilares. Tenían 7 de los 9 miembros pero ahora son 5 porque dos se desmarcaron en enero y ahora son independientes. UGT, con dos completa ese collage.

«A nadie le gusta que le quiten siete días», clamaba ayer la portavoz de SF en la concentración. Su posición resume que el nuevo calendario entregado por la empresa les obliga a trabajar «una semana más» que los 222 días al año que ahora tienen. Y eso se consigue «sin contratar» a nadie de forma indefinida, «echando mano de eventuales» y a costa de sus horas extra. Hasta 3.000 dicen que han hecho y no se les reconocen. Y se agrava más sin ese fabuloso asiento ergonómico que evite que haya «entre un 10% y 15% de conductores de baja médica» por los dolores. No piden dinero como el año pasado y eso tiene su mérito.

El comité asegura que lo que propone SF implicaría trabajar «menos de las 1.720 horas que están obligados a hacer con el convenio aún vigente». O que, para hacerlas, se hagan en menos días. Cuando otro centenar de empleados cumple con esa cifra, el conflicto está asegurado. Defiende como la empresa que sí se han hecho contrataciones, «tres o cuatro indefinidos».

Y la dirección añade que están rescatando reivindicaciones del 2017, superando lo acordado y el convenio. Pretenden, dijo, «disfrutar de más días de fiesta, de más tiempo de descanso, que la empresa suministre un ordenador, tablet o smartphone a cada conductor; y cambie los asientos de los tranvías, pero sin querer validar previamente el modelo probado».