El rastro está de rigurosa actualidad por la polémica con su ubicación. Sin embargo, no se trata solo de una cuestión de emplazamiento. La alargada sombra de las grandes superficies o la falta de unas mejores condiciones son otros de los problemas a los que se enfrentan los comerciantes del mercadillo.

Los miércoles hay muy poca gente y eso es una realidad. Basta con pasear entre los puestos para darse cuenta de que la afluencia de público es menor que la de los domingos pese a encontrarnos en pleno mes de julio. «Los fines de semana venimos mucho, y los miércoles, menos. Hoy porque es verano, pero normalmente estás trabajando» explica José Miguel, que está viendo puestos con su familia. También hay quien se muestra satisfecho con la situación actual de las cosas: «Lo veo muy cómodo, hay más anchura y la gente aparca los coches sin problema», afirma Teresa, aunque reconoce que suele acudir más en fin de semana.

Los comerciantes son los primeros en notar el descenso de público los miércoles. Esos días, según cuenta Ángel, un vendedor, «venimos a reponer género, que decimos nosotros, porque la verdad es que no se trabaja. Ya ha habido incluso propuestas para desmontar los miércoles», se lamenta Martina, una comerciante.

Las malas condiciones de trabajo también son un obstáculo para los dueños de los puestos. Las del entorno y también la actitud de algunas personas. «Hay mucho racismo sin tener por qué, somos gente educada que procura vivir de su trabajo», se defiende Martina. «Lo que queremos es trabajar, no vamos a robar a nadie», añade Ángel.

Los precios bajos son uno de los atractivos comunes para los clientes. «Está muy bien de precio», señala Ana. «Aunque estemos de rebajas, hay cosas que no encuentras en otro sitio. Esta camisa, ¡3 euros!» completa Diego mientras se señala la prenda. También existen grandes superficies, como Primark, caracterizada por sus precios asequibles. Hacen la competencia al mercadillo y sus trabajadores lo saben. «Solo se preocupan por las grandes superficies», se quejan desde el puesto de Martina. Su compañero Chaari tiene una opinión similar: «Los grandes almacenes están matando el mercadillo», protesta. Por ello, se demanda una mayor publicidad al mercadillo para intentar contrarrestar el efecto de los grandes establecimientos. «Hay que promocionarlo para que funcione, si no es imposible», opina Martina.

Sin embargo, el público que acude al rastro también tiene otros motivos. El ambiente es diferente y se valora. «Al aire libre estamos mejor», asegura Oliva. «Aquí vienes para dar una vuelta, pasar la mañana», explica Ana. La tradición también ocupa un papel importante. «Es una cuestión de costumbres: bajas pronto al rastro, das una vuelta y luego vas a tomar el vermú o preparar la comida», explica José Miguel. «Vengo al rastro desde que era pequeñito, al nuevo y al viejo», dice Diego.

Se trata de una radiografía de lo que ocurre en el rastro un miércoles cualquiera. Gente que pasea, gente que compra y gente que vende. Parecido a los domingos, pero a la vez sin nada que ver.