Un trabajo muy duro, con escaso margen de tiempo, bajo un calor sofocante, constantes ataques y extremas medidas de seguridad. Así ha sido la labor de las tropas españolas encargadas de recoger los materiales de la base iraquí de Diwaniya. Tres difíciles meses en los que han llevado a cabo, por primera vez desde que el Ejército participa en misiones internacionales, una misión de repliegue en toda regla. Sin embargo, esos obstáculos nos les han impedido cumplir con su objetivo.

Ayer, los últimos 140 militares del Elemento Nacional de Apoyo Logístico (INSE III) que aún permanecían en Kuwait dirigiendo el embarque de vehículos y contenedores llegaron a Zaragoza en un Boeing 767 de Air Europa. Y lo hicieron con hora y cuarto de retraso, bajo los aplausos de decenas de familiares y el recibimiento del nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, José Antonio García González. Entre los efectivos figuraban 81 miembros de la Agrupación de Apoyo Logístico (AALOG 41) y 59 de otras unidades de Madrid, Barcelona y Canarias. Mientras los soldados catalanes y aragoneses finalizaron su viaje en Zaragoza, el resto continuó después su trayecto de regreso hasta la capital española.

Su marcha a finales de marzo ya estuvo marcada por el pulso político mantenido entre el expresidente del Gobierno, José María Aznar, y el ahora jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, que los mantuvo retenidos en Zaragoza durante más de ocho horas. Y su trabajo posterior, por el cambio en la decisión inicial de Zapatero de comenzar el regreso de las tropas a partir del 30 de junio, siempre y cuando la ONU no se hiciera cargo del control del país.

"La experiencia ha sido distinta y dura, aunque también positiva. No esperábamos que la orden de repliegue se adelantara en más de un mes. Creíamos que se esperaría a la resolución de la ONU o al 30 de junio. Pero teníamos que cumplir con las órdenes del Gobierno y se ha logrado", explicaba el teniente Muñoz. En la misma línea se manifestó la soldado Azcárraga, quien admitió que los plazos establecidos por el Ministerio de Defensa eran "muy estrictos". "Lo mejor ha sido que hemos hecho lo que debíamos: recogerlo todo en un tiempo límite y volver a casa".

Durante el mes y medio que estuvieron en Irak, sufrieron los numerosos ataques con mortero del Ejército del Mehdi tras los enfrentamientos de Nayaf, con acciones contra la base española que tenían lugar principalmente por la noche. Algunos militares recordaban cómo en una sola jornada les lanzaron hasta 15 proyectiles, algunos de los cuales impactaron muy cerca de ellos. "Durante el día trabajábamos con el chaleco antibalas --de unos 12 kilogramos-- puesto, pero al atardecer teníamos toque de queda. Entonces nos íbamos a los dormitorios por si acaso y si queríamos salir de ellos para ir a cenar teníamos que ponernos también el casco", afirmó un mando.

Este mismo militar apuntó que los legionarios y los efectivos del Mando Táctico de Valencia encargados de velar por la seguridad de los logísticos vivieron algunos duros enfrentamientos, que acabaron con la vida de bastantes iraquís: "Lo mejor era que las buenas medidas de seguridad de la base les obligaban a disparar a bulto. Si no hubiera sido así, seguro que habríamos sufrido bajas. De eso estoy convencido".

Una vez en Kuwait y con todos los convoyes fuera de Irak, el INSE III, con el teniente coronel Pedro Vallejo a la cabeza, pusieron en marcha el envío por mar de unos 260 contenedores de los más de 400 trasladados inicialmente, así como decenas de blindados, camiones y vehículos ligeros. Todos los materiales que no se han traído de vuelta se traspasaron a las tropas estadounidenses que les relevaron en Diwaniya. Vallejo admitió que la pionera misión que le ha tocado dirigir había contado con importantes dificultades. "Ha sido una labor muy dura y diferente, pero positiva. Hemos tenido que abrir brecha y organizar un repliegue por primera vez, con lo que eso conlleva", indicó. El jefe del INSE III detacó que las complicaciones también les afectaron en Kuwait, donde soportaron temperaturas extremas y tormentas de arena, ya que trabajaban en el desierto --en las bases estadounidenses de Camp Doha y Camp Virginia--.

Sin embargo, la misión de los logísticos no ha concluido todavía. Mientras unos pocos compañeros viajan en los buques con el material, Vallejo y parte de sus hombres deberán trasladarse dentro de una semana a Valencia para descargar los elementos y transportarlos a sus unidades de origen. Los barcos llegarán los días 5 y 12 de julio.