Teresa Verde asumió un doble reto en julio: estrenarse como consejera y estrenar una consejería de nueva creación. El continente y el contenido, diez meses después, han resultado como la esferificación de guisantes que sirvió Adriá en la cena de la boda real: una explosión de espuma, no se sabe si porque la consejera no terminaba de adaptarse al gobierno o porque la consejería no lograba arrancar. Larraz, muy bregado en gestión, hereda el reto.