Más fallecimientos y menos nacimientos. Así se puede sintetizar el (negativo) crecimiento vegetativo de Aragón durante el 2019, año en el que se registraron 9.627 nuevas inscripciones en el Registro Civil de recién nacidos, no muy lejos de los 9.977 de un año antes, pero sí de los casi 13.000 que se produjeron en el 2010.

El comienzo de la segunda década del siglo XXI marcó, en efecto, una acusado declive de la natalidad en la comunidad aragonesa, un fenómeno que no es nuevo, dado que, desde los años 70 y 80 de la pasada centuria se repite de forma cíclica. De hecho, el año inaugural del siglo, el 2000, ya se bajó del listón de los 10.000 nacimientos.

De hecho, la tasa de variación anual del número de inscripciones el pasado ejercicio fue exactamente de -3,5%, un porcentaje que coincide con el que se registró en España en su conjunto y también con el de la comunidad de Castilla-La Mancha.

Con todo, Aragón, al situarse en medio de la tabla, no arroja los preocupantes índices negativos de Ceuta (-14%) o de Asturias (-10,1%). De hecho, solo una comunidad española arroja un balance de nacimientos positivo respecto al periodo anterior: La Rioja, con un 3,3%, mientras que Navarra casi logra mantenerse con un -0,5%.

Tasa de fecundidad

Por otro lado, el indicador coyuntural de fecundidad por comunidades autónomas indica que en Aragón cada mujer tiene una media de 1,26 hijos, ligeramente por encima de la media nacional, situada en 1,23.

En este listado, las más prolíficas se sitúan en Melilla, con 2,19, seguida de la Región de Murcia y Ceuta, con 1,49, y la Comunidad Foral de Navarra, que registra 1,40 hijos por mujer.

Estos datos del Instituto Nacional de Estadística, que dan la fotografía demográfica de España, apuntan además a que cada año se incrementa la ventaja que los matrimonios civiles llevan sobre los eclesiásticos, una tendencia que se inició en el 2009 y que crece de forma constante, sin brusquedades pero sin detenerse.

Hace más de una década se celebraban en torno a 80.000 bodas por la iglesia y cerca de 100.000 en los juzgados. El año pasado fueron 129.240 los civiles y 33.869 los católicos, mientras que un 0,4 de los enlaces matrimoniales se celebraron conforme a otros ritos.

Esperanza de vida

Dentro de este panorama, destaca que en Aragón la esperanza de vida al nacer es de 83,9 años, sin distinción de sexos, solo por detrás de Madrid, con 85 años, Navarra (84,6), Castilla y León (84,2) y el País Vasco (84). En la cola están Ceuta y Melilla, que aun así alcanzan los 80 años de longevidad media.

En cuanto al saldo vegetativo en el año 2019, en Aragón fue negativo, con un balance de -3.965, es decir, casi 4.000 muertes más que nacimientos.

De hecho, ese año fallecieron en la comunidad aragonesa 13.592 personas, una cifra que este año se superará debido a la fuerte incidencia de los decesos por coronavirus.

Estas tablas estadísticas, con todo, no tienen en cuenta los movimientos migratorios, que son un factor que puede inclinar de forma decisiva la evolución demográfica de una comunidad.

En lo que respecta a Aragón, la marcha de personas nacidas en la comunidad se ve hasta cierto punto compensada con la llegada de inmigrantes.

El problema es que muchos de estos extranjeros vienen a la región de forma temporal, atraídos por las campañas agrícolas, y se marchan en cuanto termina de recogerse la cosecha.

Con todo, en determinadas partes del territorio, las más industriales, como el valle del Ebro y el Cinca, se instala una población inmigrante que se afinca de forma permanente.