Un matrimonio que ha durado 30 años finalizará posiblemente hoy, si las lluvias lo permiten. El de la NASA y Zaragoza, que ha sido cómplice de todas las misiones de los transbordadores espaciales de la agencia espacial americana.

En 135 misiones llevadas a cabo en estos años, la capital aragonesa era un plan B en caso de que algo fallara. Sin embargo esta despedida puede verse frustrada por las tormentas tropicales en Florida si estos impiden el despegue del aparato del estado americano, previsto a las 16.26 horas en España. La función de Zaragoza era servir de pista de aterrizaje en caso de emergencia durante los primeros ocho minutos del vuelo, cuando el transbordador todavía no ha atravesado la atmósfera.

Zaragoza, junto a las bases aéreas de Morón, en Sevilla, e Istres, en Francia, tiene las condiciones más adecuadas para este tipo de misiones, según la NASA. La base zaragozana dispone de la pista más larga de Europa, casi 4 kilómetros de longitud, lo que la hace idónea para un posible aterrizaje imprevisto y ha sido "aproximadamente en la mitad de las ocasiones la base principal" según el astronauta Gregory H. Johnson, que llegó ayer a Zaragoza para cumplir con su última misión en suelo maño. Para cada misión se desplaza un equipo de la NASA de aproximadamente unas 60 personas. Colabora con ellos el Ejército del Aire español, que se encarga de proporcionar un perímetro de seguridad en caso de aterrizaje tanto para el transbordador como para los ocupantes y pone a su disposición su equipo de bomberos.

Dos de los astronautas que viajarán en el Atlantis, Rex Walheim y Christopher Ferguson, han estado en Zaragoza en el dispositivo de emergencia en otras ocasiones. De Ferguson, recuerdan Lou García, ingeniero máximo jefe de la misión en Zaragoza y Jaime Gutiérrez, director del hotel Boston donde tantas veces se han alojado los técnicos de la NASA, que solo aprendió a decir "no quiero vino".

El astronauta Gregory H. Johnson llegó ayer a Zaragoza, sufriendo el popular jet lag como confesó con humor. Su función es guiar al transbordador desde un reactor si hay algún fallo hasta la pista en tierra. Afirma estar "muy excitado por poder asistir al último show". No es la primera vez que visita Aragón, una tierra de la que, dice, se lleva "muy buenas amistades y recuerdos" y admitió que "seguro que algún día traeré a mi familia, aunque los vuelos desde los Estados Unidos son muy caros".

El hotel Boston, en el que se han alojado desde el año 92, les rindió ayer un pequeño homenaje con la entrega de una escultura de José Antonio Barrios. Lou García dijo que para él "el hotel es un hogar fuera del hogar". Gutiérrez dijo estar "deseando que no se fueran. Ojalá retrasen el despegue del Atlantis". El director del hotel ha cosechado una muy buena amistad durante todos estos años. Ha asistido a uno de los despegues en Cabo Cañaveral e incluso ha sido invitado a alguna boda en Estados Unidos. En la memoria hay también sitio para recuerdos amargos, como la muerte del astronauta William McCool, fallecido en el Columbia en 2003, y que era muy querido en el hotel ya que participó en alguna de las misiones de Zaragoza y del que Gutiérrez conserva una foto dedicada.

Recuerdos y anécdotas

Aunque ayer en el Boston imperaba un ambiente de camaradería, ya que no dejaron de recordar el buen trato que allí han recibido siempre, el cariño que sienten por Zaragoza y la pena de no tener, a partir de ahora, una razón "oficial" para poder volver.

Johnson afirmó sentirse "entre triste y alegre por esta última misión". El tiempo de los transbordadores toca su fin, pero es también "un momento emocionante porque empieza una nueva era con mejores naves espaciales". A pesar de que opina que la futura cápsula de la NASA es muy prometedora, hay voces que afirman que éste es el fin de la hegemonía estadounidense en el espacio. Lou García admitió que "los trabajadores por cuenta propia --los que no dependen del gobierno estadounidense-- perderán sus trabajos y buscarán otra cosa. La fuga de cerebros será dura".

Mirando al futuro, Johnson afirmó que la misión anterior del Endeavour, en la que él participó a bordo, fue "una de las más importantes de toda esta era", en la que se finalizó la construcción de la Estación Espacial Internacional. Dejó sin embargo la intriga en el aire cuando afirmó que el experimento allí realizado "cambiará probablemente nuestra visión del Universo".