El Real Zaragoza voló tras el derbi. El partido cumplió con las expectativas. Se respiraba esa pólvora clásica de las grandes citas del balompié puro. Con toda La Romareda volcada con su equipo; cantando el himno con el corazón, protestando cada jugada y viviendo cada ocasión con desasosiego. Los zaragozanos se impusieron e impulsaron sus ilusiones en este tramo final. Ya rozan el ascenso directo desde posiciones de promoción. Fue un resultado que disparó la felicidad. Un estado de ánimo que fabricó Natxo González desde su pizarra. Desde su apuesta y de su lectura del encuentro. «Me hace muy feliz que la gente se marche feliz a su casa», aseveró el técnico.

A tres puntos del Huesca, estos con un partido menos, y a tiro de los puestos que te llevan directo al edén. El Real Zaragoza ha conseguido situarse entre los mejores. Un logro fruto de la solvencia y la serenidad de los futbolistas para afrontar los diferentes escenarios que surgieron en la tarde de ayer. «Ahora toca tranquilidad. Tenemos que disfrutar de la victoria, porque acabamos de llegar a estas posiciones. De momento nos quedamos arriba, vamos a ver que nos depara el futuro. Este es el camino para tener alguna opción», explicó el preparador vasco.

El conjunto zaragozano hizo gala de la madurez propia de un equipo de gran linaje. Consiguió amoldarse a las exigencias del equipo oscense, consiguiendo neutralizar la verticalidad de futbolistas como Cucho y Chimy. Cortando el carril central para que Melero no se encontrase cómodo, y buscando cortocircuitar cualquier atisbo de juego combinativo en las proximidades del área. Natxo explicó que «hemos tenido alguna inquietud. Sabíamos que iba a haber momentos donde ambos equipos tendríamos el balón. Tenemos gente rápida para jugar con espacios cuando no tuviéramos la posesión. Por nuestra parte ha sido un partido muy completo».

Los centrales fueron dos nombres en mayúsculas de cara a la conecución del triunfo. Mikel González realizó su primer gran partido como zaragocista. Fue un coloso. No perdió ni un solo duelo con los atacantes visitantes. Y Diogo Verdasca, tantas veces señalado. Ayer fue un pequeño incordio para sus rivales. Encimando con suma rapidez, anticipándose en el momento oportuno y desactivando ataques cuando más lo requerían. «Los dos centrales han estado fantásticos. Nos han aportado mucha serenidad y consistencia en un partido de mucha exigencia», explicó el entrenador del Real Zaragoza.

La evolución del club aragonés es palpable con respecto a la primera vuelta. Si se ponen los dos derbis aragoneses en una balanza se evidenciaría el crecimiento de los de Natxo González. En El Alcoraz, los blanquillos se deshicieron como un azucarillo bajo la lluvia. En La Romareda, los zaragozanos se elevaron como un gigante. «Nos volvíamos a enfrentar a un equipo que nos ganó en la primera vuelta. Se puede apreciar la evolución del equipo con respecto al encuentro jugado en Huesca. Estaba en el campo con la sensación de que podíamos ganar», comentó el técnico vitoriano.

El triunfo estuvo bañado por el júbilo de la parroquia zaragocista. «El ambiente ha sido fantástico. Tenía el sueño de ver La Romareda con este ambiente, porque significaría que estaríamos luchando por cosas importantes», concluyó Natxo González.