"Cuando supe que iba a venir aquí, me metí en internet y busqué en Google dónde me iba a alojar. Y si es por eso iba a dormir en un basurero. Menos mal que miré en Apple y comprobé la realidad. Esa es la importancia de la neutralidad en la red --defendió el colombiano Pablo Arrieta durante su ponencia--, no hay que tener ningún contrato con nadie, debemos ser libres porque, de lo contrario, las compañías tecnológicas controlarán nuestro acceso a la cultura". Fue la última ponencia de la mañana --acortada por motivos de seguridad por la llegada del príncipe-- y la más divertida del congreso. De hecho fue, de largo, la que se llevó mayores aplausos. Claro que también jugó a su favor el que Arrieta la adornara de sarcasmo alrededor de las fuertes medidas de seguridad que había tenido que sufrir para conseguir dar la conferencia. "Es la primera vez que voy a dedicar menos tiempo a hablar que a pasar controles de todo tipo", dijo casi al principio de su ponencia Creación y consumo digital en Latinoamérica para meterse el público al bolsillo, que vitoreó su afirmación.

LEER EN LA PARED La jornada arrancó con el norteamericano Hugh Forrest que no tuvo dudas en señalar que el futuro pasa "porque haya algún tipo de funcionalidad que nos permita leer un libro directamente a través, por ejemplo, de las gafas de Google Glass. Tengo muy claro que, dentro de unos años, muchas superficies, como la pared por ejemplo, tendrán funcionalidad digital. Los consumidores quieren absorber contenidos en el entorno en el que están", dijo con rotundidad.

La directora general de estrategia digital de Penguin, Molly Barton, centró su ponencia Industrias culturales y empresas tecnológicas: ¿condenadas a entenderse? en explicar la start up Book country, que ha creado ella misma para que los escritores compartan sus borradores con el objeto de recibir comentario. "Hemos conseguido --indicó Barton-- evitar la migración a otras casas editoriales y sobre todo gastar menos dinero por libro porque reducimos el tiempo extraordinario que tenemos que dedicar a cada uno de ellos". La red cuenta ahora mismo con obras de 12.000 escritores, "casi tantos como los que llevamos publicando en Penguin desde 1935".

Con respecto a la digitalización de las editoriales, Barton defendió que han "cumplido el reto porque se ha hecho una transición muy exitosa y se han digitalizado una gran cantidad de contenidos, aunque ahora lo que hay que hacer es lograr un equilibro entre el mundo digital y el analógico".

Por su parte, el británico Nick Stanhope protagonizó la ponencia Historias compartidas: somos lo que somos, que precedió a la de Pablo Arrieta. Ya por la tarde, Arancha Díaz-Lladó y Eduardo Puig, ambos de Telefónica, disertaron sobre la colaboración público-privada como herramienta para impulsar la cultura digital en Iberoamérica; y la delegada general del Labo de l'édition, Virginie Rouxel habló sobre cómo fomentar la innovación en las industrias culturales.