La nieve es al mismo tiempo un problema y una bendición. Y su color cambia según la mirada o las condiciones en las que se tiene que afrontar el temporal. Las carreteras de la provincia de Teruel multiplicaron las complicaciones habituales y la circulación dependía en gran medida de que un quitanieve hubiera pasado unos minutos antes. Eso sí, había quién trataba de apaciguar los ánimos.

«Los españoles siempre tienen miedo de la nieve», bromeaba la camarera del restaurante de carretera Venta La Panolla, Irene Pela, llegada desde Polonia y acostumbrada a encontrar las calles impracticables durante todo el invierno. «El mayor problema es que pasa menos gente de la habitual», expresó.

La tormenta se empezaba a sentir en Híjar y obligó a un buen número de vecinos a cambiar sus hábitos, sobre todo para evitar la acumulación de unos 40 centímetros de nieve de casi toda la comarca del Bajo Aragón. Para evitar la formación de placas de hielo, los camiones quitanieve trabajaron de forma continuada, repartiendo sal seca sobre la calzada.

«Nuestra intención es evitar que la nieve se acumule. Para eso nos hemos repartido por toda la comarca, estableciendo a los sectores definidos previamente», destacaba en un cruce de carreteras el jefe de operaciones del Ministerio de Fomento en la zona de Alcañiz, Jorge Viver. Las prioridades se han centrado en evitar cuellos de botella para que el menor número de vehículos tuviera que dar la vuelta.

«No se han producido grandes problemas, empezó a nevar en la madrugada del lunes y seguiremos trabajando hasta que remita el temporal», destacó en el cruce de Valdealgorfa. En todo el año no se han visto estos espesores, por lo que la alerta se ha disparado. Los problemas comenzaron en las cotas altas de Monroyo.

Los camioneros son los que estos días sufren las consecuencias directas de la nieve. La Guardia Civil de Tráfico obligó a muchos transportistas a detenerse en localidades como Ferreruela o Mainar para evitar pasos colapsados. «Hoy estamos jodidos», se mostró rotundo el camionero de la Puebla de Híjar, Javier Gómez. «El paso hasta Morella es impracticable, en algunos casos, sobre todo para transportar sal hace falta llevar delante una quitanieves», destaca. En su caso, la entrega de arcilla que lleva como carga hasta Castellón tendrá que esperar, pues la única alternativa era el desvío por Gandesa. Algo «inviable», en su opinión.

Los responsables de Protección Civil reconocían lo complicado de la situación. Y eso que no se produjeron accidentes importantes en la red viaria. «Lo peor de todo es la falta de preparación de muchos de los conductores, nos hemos encontrado a bastante gente sin cadenas», lamentaba el presidente de la agrupación de Alcañiz, Óscar Brais de la Fuente.

La nieve que durante el día se retiraba de la calzada se convirtió en hielo en las cunetas. La actividad que se desarrolla junto a las principales vías de comunicación estaba al mínimo, según lamentaban en los talleres del polígono Las Horcas.