La nieve se ha hecho esperar este mes de enero. Hasta el punto de que la falta de noticias sobre nevadas en la televisión y el color predominantemente gris de las cumbres más altas han hecho que muchas personas hayan perdido lo que el hotelero Paco Coduras, de Canfranc, llama «la sensación de invierno».

«El hecho de que no haga frío y de que la nieve no sea tema de conversación más que para lamentar su ausencia desmoviliza a los esquiadores potenciales», explica Coduras, que regenta el hotel Villa de Canfranc.

Claro que enero, con nieve o sin ella, es un mes con cuesta, continúa el hotelero, que dice que ahora el sector turístico tiene puestas sus esperanzas en el mes de febrero. «La tierra está aún caliente y tendrá que nevar mucho los días que quedan hasta final de mes para llegar a febrero en condiciones», apunta.

Su negocio, como el resto de los que abren sus puertas en el valle del Aragón y en el cercano valle de Tena, se ha resentido de la falta de esquiadores. Según sus cálculos, obtenidos por su propia experiencia en el hotel, la actividad ha decaído un 50% en la pasada Navidad.

Se han visto afectados los alojamientos, las tiendas (en particular las que giran en torno al mundo del esquí) y, en menor medida, los restaurantes, dado que el descenso de esquiadores se ha visto compensado por la llegada de personas ajenas a esta afición deportiva.

Los más afectados han sido los establecimientos más próximos a las estaciones de esquí. Por ejemplo, Luis Terrén, que regenta la gasolinera de Villanúa, de donde es alcalde, señala que la pasada Navidad la venta de combustible bajó un 40%.

«Lo que pasa este año no es normal, es algo superextraordinario, por lo que se puede decir que es un hecho puntual», subraya. Las consecuencias de este invierno atípico, dice, «son un desastre con el que tendremos que lidiar».

Los efectos ya se han hecho notar de forma notable en el empleo, apunta Terrén, que es también presidente de la Asociación Turística del Valle del Aragón. De hecho, en Navidad hubo 400 personas en la zona entre Jaca y Astún que no se incorporaron a sus puestos estacionales por culpa de la falta de nieve.

Con todo, el empresario lanza un mensaje de optimismo. «El tiempo está cambiando, llegan nevadas, y se podrá remediar en alguna medida el mal comienzo de esta temporada», afirma.

El problema de la falta de nieve ha retrasado incluso el comienzo de las campañas escolares de esquí que impulsan instituciones como la Diputación Provincial de Huesca, si bien la producción artificial del elemento blanco ha paliado en parte el problema.

En Aramón, que agrupa tres estaciones de esquí en el Pirineo (Formigal, Panticosa y Cerler) y dos en Teruel (Valdelinares y Javalambre), quitan importancia al arranque lento de la campaña 2018-2019 y recuerdan que, cada equis tiempo, sale un año «caluroso» que rompe la tendencia a abrir en el puente de la Constitución.

«Ahora no es un hecho tan grave como en los años 80 y a principios de los 90, cuando no había cañones de nieve artificial», señala una portavoz del grupo, que hace hincapié en que Cerler no ha sufrido problemas esta temporada y tuvo una buena campaña navideña, con 50 kilómetros esquiables.

Lo que cuenta es que, gracias a la llegada de un frente frío, al que seguirán otros la semana que viene, el Pirineo se volverá a ver blanco como es habitual entrado ya el mes de enero. Y, con estas perspectivas, las dificultades experimentadas la primera quincena empezarán a ser una cosa del pasado.