La serie de accidentes de tráfico ocasionados por la nieve que colapsaron en la tarde del domingo la autovía entre Zaragoza y Madrid (A-2), a la altura de Calatayud y Alhama, pusieron de manifiesto una vez más las deficiencias estructurales de una vía de comunicación que adolece de un trazado sinuoso y un deficiente estado de conservación.

La imprevisión de muchos conductores que carecían de cadenas o que no sabían colocarlas contribuyó a aumentar el caos circulatorio en una carretera que diariamente soporta el paso de unos 40.000 vehículos, de los que 15.000 son camiones.

Los accidentes no revistieron gravedad, pese a que se vieron involucrados numerosos turismos y camiones que sólo sufrieron daños de chapa. Muchos de ellos no llevaban cadenas, lo que contribuyó a agravar la situación.

La nieve cubrió durante la madrugada y la mañana del domingo un total de 80 kilómetros de la autovía A-2 entre Zaragoza y el límite con la provincia de Soria. Y bastó que dos o tres camiones patinaran a causa del hielo o del firme deslizante para que se formaran retenciones kilométricas que no se diluyeron hasta una o dos horas más tarde.

TRECE QUITANIEVES De poco sirvió que el Ministerio de Fomento movilizara 3 esparcidoras de sal, una motoniveladora y 13 de las 68 máquinas quitanieves existentes en Aragón. Desde las cuatro de la tarde y hasta bien entrada la noche, los coches y vehículos pesados se paralizaron o avanzaron con dificultad.

De hecho, algunos de los autobuses de Agreda Automóvil que cubren la línea entre Madrid y la capital aragonesa "tardaron dos horas más de las normales en realizar el trayecto", según un portavoz de la empresa.

"La autovía A-2 se ha quedado obsoleta y a duras penas sirve para enlazar las dos mayores ciudades de España y los mayores centros industriales del país", opina Jesús Angel Arbiol, presidente de la asociación de transportistas Tradime, con sede en Zaragoza. "Tiene demasiadas curvas y demasiadas cuestas y el firme está en un estado lamentable", dice.

Construida a marchas forzadas a fines de los 80 y principios de los 90 para que estuviera terminada antes de las Olimpiadas de Barcelona, la A-2 es en realidad una vía desdoblada a partir de la antigua Nacional II, una de los de los seis grandes ejes radiales que parten de la capital de España. Atraviesa diagonalmente el Sistema Ibérico, lo que explica que discurra a bastante altitud y la concatenación de largas subidas y prolongados descensos.

"Se hizo de hormigón, en lugar de asfalto, para asegurar una mayor adherencia, pero se hizo mal, y encima no se mantiene debidamente", afirma el presidente de Tradime.

"El hormigón está en muy mal estado entre Calatayud y Ariza y hay zonas hundidas enormes, como vaguadas, en las que es fácil hace aquaplaning y perder el control del vehículo", señala Carlos Tolosana, que viaja continuamente entre Zaragoza y Madrid. "Es muy peligrosa, mucho más de lo que cabe esperar de una carretera que, junto la N-340, en el Mediterráneo, es la que registra el tráfico más elevado de camiones de España", subraya.

Además, la peligrosidad de la A-2 se agrava cada vez que llueve o nieva, ya que se forman numerosos charcos de grandes dimensiones.

"Una solución parcial sería ampliarla de dos a tres carriles", apunta Arbiol. "Con todo, lo mejor sería hacer una autopista como es debido entre Madrid y Zaragoza, algo que no figura en los planes de Fomento".

El proyecto de unir por autopista Medinaceli, en la A-2, con Pamplona, tiene más posibilidades de hacerse realidad, "pero no aliviaría lo más mínimo el problema entre Madrid y Zaragoza", concluye el presidente de Tradime.