Las trágicas muertes recientemente ocurridas en nuestra ciudad nos han consternado a todos, en especial a los que conocíamos a los infortunados protagonistas.

A veces los árboles no dejan ver el bosque y la primera impresión es encuadrar los hechos en la terrible violencia de género, que tan frecuentemente nos azota. Estoy convencido de que no es esto lo que realmente sucedió.

Luis y Lola fueron toda su vida una pareja ejemplar, que se adoraban, pero tuvieron la mala suerte de tener que afrontar una serie de graves e incurables enfermedades familiares en el entorno más cercano.

Por una lado una patología degenerativa y la muerte de una madre; por otro la discapacidad de otra madre y un hermano. Y, finalmente, una enfermedad degenerativa incurable de ella misma como es el alzhéimer.

Toda resistencia tiene un límite y la de Luis se rompió, pero los tristes hechos no fueron un caso de violencia machista sino en el fondo un acto de amor, quizás equivocado, pero un acto de amor ante el irremediable futuro que esperaba a toda la familia.

Siempre que leo sucesos similares, protagonizados por personas mayores que no pueden encontrar otra solución a un problema sanitario y que además acaban siendo injustamente encuadrados en la violencia de género, pienso en lo diferente que podría haber sido si en nuestro país contáramos con la posibilidad legal de ejercer y decidir una muerte digna.

Una ley de eutanasia permitiría una muerte digna a las personas que, con una enfermedad incurable, libremente la aceptaran para decidir cómo terminar su vida. De este modo no tendrían que acabar con su propia vida los cónyuges, que deben asumir la tremenda responsabilidad de terminar con el incurable y progresivo sufrimiento de su pareja o de los familiares más cercanos.

Igualmente, la medida evitaría la terrible carga emocional que su familia va a tener que soportar el resto de sus días. Espero que en este país seamos capaces de promulgar una ley que impida que la tragedia de Luis y Lola no vuelva a repetirse nunca.

* Médico jubilado y amigo de la familia.