Javier Hombría es más que la segunda mejor nota de la EvAU en Aragón (13,975). Es el joven pianista que ha conseguido el puesto número uno en las pruebas del Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA), el Centro Superior de Música del País Vasco (Musikene) y el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM). Son tres de los más prestigiosos de España. Se trata de toda una hazaña si tenemos en cuenta las pocas plazas que se ofertan en este tipo de centros y la alta competitividad que ello supone: «En Madrid nos presentábamos 60 alumnos para 12 plazas». Las pruebas de acceso son «muy complicadas», por lo que requieren una enorme preparación y años de perfeccionamiento.

Una tarea difícil de compaginar con las 30 horas de clase que se suelen cursar en el instituto, a las que se debe añadir las del Conservatorio Profesional. Este solo es el tiempo invertido en el aula, porque para casa quedan deberes, estudio y ensayos. Otro obstáculo es el solapamiento que se suele producir entre el horario de las clases convencionales y las de música. Hombría cursó primero de Bachillerato de la modalidad de Ciencias, pero decidió cambiar porque no merecía la pena «sacrificar horas de sueño». Un ritmo de vida difícil de asumir: «Llegué a ponerme enfermo, se me bajaba la tensión».

Norma escondida

Entonces buscó y encontró una «norma escondida» en el Boletín Oficial de Aragón (BOA), que le permitía hacer una variante de Bachillerato y poder realizar estudios complementarios de música. Un camino poco o nada conocido por los alumnos: «Fui el primero de mi instituto». Se sorprende al reconocer que en el Profesional muchas personas ignoran esta facilidad.

Desde que su nota de la EvAU se hizo pública, a Hombría le han preguntado innumerables veces a qué se quiere dedicar: «Seré pianista, no sé de qué manera ni cómo. Solo sé que no podría vivir sin la música». Porque un músico lo es las 24 horas del día. Él se despierta entre melodías, va al conservatorio a tocar el piano, luego al instituto, de vuelta a las teclas y, al final del día, los acordes vuelven a sonar por su habitación. «Sería imposible estar un día entero sin que la cabeza se te vaya a la música en ningún momento», asegura. Este amor empezó a los 6 años, cuando se quedó mirando tocar a un pianista durante dos horas.

Esta carrera tiene obstáculos, como todas. Además de los ya mencionados, los músicos se pueden enfrentar a la traba de la edad. Aunque Hombría no la ha sufrido personalmente, tiene amigos que «han intentado entrar con edades más avanzadas al Profesional, y no lo han conseguido porque entran los pequeños antes». Una norma del BOA establece esta preferencia a candidatos de menor edad en la lista de admitidos, aunque tengan una nota inferior.

Sin embargo, también se da la situación inversa, es decir, alumnos rechazados por ser más jóvenes de lo considerado como ideal. Lo cual sucede en el siguiente paso, el Conservatorio Superior. Para acceder es necesario tener un mínimo de 16 años: «Un amigo terminó el profesional con 15 y se ha tenido que estar un año entero estudiando por libre, o sea, perdido». Aunque reconoce que «es un debate muy subjetivo».

El joven pianista ha pasado los últimos 6 años en el Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza. Un edificio en malas condiciones del que ha sido «víctima igual que todos los demás». Un entorno que la Asociación de Madres y Padres de Alumnos Pilar Bayona lleva años denunciando. La primera de sus reclamaciones es el escaso espacio; en cifras aproximadas, el Conservatorio está pensado para 250 alumnos y actualmente son 750, más profesores. «No sería la primera vez que subo y el profesor está dando clase en el pasillo con su alumno, otro ensayando en la clase, o en una cabina enana que no tiene ni ventilación ensayando…».

No es una cuestión de exceso de alumnos, ya que no entran todos los que aprueban el acceso. «Tengo un primo en Primaria y se ha presentado a las pruebas, y el profesor del Profesional me dijo: Pues yo solo puedo desearle que suerte pero hay 60 personas y 0 plazas», admite con frustración. También demanda mejores recursos: «Tenemos una máquina de aire acondicionado muy grande, pero no hay aire acondicionado porque no hay dinero para hacerlo funcionar». Una situación tan insoportable que se ven obligados a traer sus «ventiladores de casa para poder aguantar estudiando».

Salidas

El pasado febrero, la entonces consejera de Educación, Mayte Pérez, anunció la próxima construcción de un nuevo edificio. Promesa ante la que Hombría declara que solo puede esperar que sea verdad. «El gobierno ha cambiado de unos a otros pero nosotros la verdad es que no hemos cambiado nada de nada», reclama.

A la pregunta sobre su futuro laboral le suele seguir una coletilla que le disgusta bastante: «La música no es algo que se debiera tomar como una segunda actividad, o como para preguntar ‘¿y qué más vas a estudiar?’». El argumento de las posibles salidas también es muy recurrente, aunque «tiene suficientes», sostiene. El joven zaragozano defiende que alguien que trabaje duro va a tener la vida asegurada siempre: «En todas las carreras seguramente el último de la cola pues igual no encuentra trabajo, pero el resto sí».

Javier Hombría ya ha tomado una decisión, asistirá al Conservatorio Musikene de San Sebastián. Razona que el centro donostiarra tiene una gran calidad formativa. «El año que viene estaré viviendo en un piso con unos amigos y a ver qué tal», comenta el joven pianista aragonés.