Alfonso Vicente explicó por qué cesó al que fuera gerente de Plaza, Ricardo García Becerril. Perdió la confianza en él porque tras haber negociado un crédito de 49 millones de euros, y cuando se estaba a punto de firmar en junio del 2011, presentó unas certificaciones de obra por 8 millones de euros, que había suscrito en febrero de ese año.

"Entendí que nos había ocultado ese hecho y que había actuado con deslealtad porque nos habíamos reunido muchas veces para negociar el pago a la UTE de Plaza. El día que me enteré le retiré todos los poderes que tenía y luego se le cesó en el consejo de administración", recordó. También admitió que los pagarés o las certificaciones de obra no pasaban por el consejo de administración. Por la tarde, y en una videoconferencia desde Chile, lugar en el que ahora reside, el anterior responsable de la corporación empresarial pública y vicepresidente de la comisión ejecutiva de Plaza, José Luis Murillo, ratificó y continuó el relato sobre el cese de Becerril. Murillo entró en la corporación con una misión principal: refinanciar la deuda provocada por el agujero financiero de Plaza como consecuencia de los desfases y de la caída de la actividad económica.

Murillo explicó que refinanciar la deuda con los acreedores, principalmente la UTE y las entidades financieras, fue muy costoso y duró cuatro meses en los que había reuniones quincenales primero y luego semanales con el gerente y todo el equipo técnico. Cuando se cerró el acuerdo de negociación, comprobó que aparecía un desvío adicional de ocho millones que desconocía tanto él como el presidente, Alfonso Vicente. Acto seguido reunió de urgencia a todo el equipo y les dijo que era algo "impresentable" y él no trabajaría en esas condiciones. Murillo indicó que además del gerente, conocían ese desfase Pedro Colás y Pérez Cervantes, y que el cese se produjo más por "falta de lealtad" que por sospechar que hubiera irregularidades.