Los 4,5 millones de euros consignados para el iniciar en el 2015 el desdoblamiento de la N-232 entre Gallur y Mallén, junto a la apuesta por el modelo alemán para ejecutar el tramo Figueruelas-Gallur --que aplaza a la finalización de la obra el momento de empezar a pagar-- es la noticia más positiva que han traído para Aragón las cuentas del Ministerio de Fomento para el 2015, junto a la previsible finalización del tramo Ráfales-límite provincial con Castellón, en esa misma A-68 pero en la provincia de Teruel. Más que nada por acabar con más de dos décadas de espera e inejecuciones. Pero esto no oculta la otra cara de las cifras presentadas en Madrid en cuanto a inversiones en infraestructuras, como es que se dedicarán a Aragón casi 16 millones de euros menos de lo que se esperaba en los plurianuales fijados en el 2014 para esos mismos proyectos, pasando de 177,2 millones a 161,57.

La lectura que ayer hacía la Delegación del Gobierno no podía ser más optimista: los 216,6 millones de euros destinados a carreteras, que deja a Aragón como la primera comunidad autónoma en inversión por habitante y la cuarta en volumen; y por provincias, Huesca es la segunda en inversión por habitante y PIB, Teruel ve aumentada en un 24, 9% la del año pasado, y Zaragoza un 21,1%. Pero es que el dinero recibido en el presupuesto actual estaba en sintonía con la de los últimos siete años.

Dos formas de interpretar lo que es un paso hacia adelante para unos y para atrás según otros, de proyectos cuya finalización se aplaza aún más. Y otros, como el eje pirenaico, la autovía Calatayud-Daroca, la de Alcolea-Monreal o la A-40 Teruel-Cuenca a las que se les condena, en el mejor de los casos, a más estudios interminables. Un cajón del olvido que, en el caso de Aragón, sigue lleno de promesas y años de reivindicación.

¿El momento de la N-232?

La inversión prometida debería ser más que suficiente para iniciar las obras del desdoblamiento de la N-232. Pero solo entre Mallén y Figueruelas, el que más siniestralidad registra. Un avance, con los primeros 4,5 millones de inversión directa y la promesa de una colaboración público-privada que contratasta con el mensaje que se traslada a los municipios que también ansían convertir la carretera nacional en autovía entre El Burgo de Ebro y Valdealgorfa, y desde allí al Mediterráneo. Solo tienen 200.000 euros. Al menos el tramo Ráfales-límite provincial con Castellón ha obtenido 6,8 millones con los que se prevé finalizar una obra que lleva más de 20 años apareciendo en los presupuestos estatales y que aún está inacabada.

En el caso de la N-II, en el tramo Fraga-Alfajarín, se destinan dos millones de euros en total pero repartidos en cinco subtramos en los que, por lo menos, seguirán los estudios y con suerte la redacción de proyectos. Es significativo que también se trabaje en la conexión de la AP-2 con Pina de Ebro, para lo que hay 500.000 euros, pero siguen sin estar las obras a la vista, igual que en los cuatro años de legislatura con el PP en el Gobierno central.

Sin embargo, en las cuentas estatales llama la atención que se vaya a destinar más dinero a la subvención de peajes que a la ejecución de obras. Más de 6,5 millones de euros para permitir las bonificaciones actuales en los trayectos de ida y vuelta en el día para liberar de tráfico carreteras convencionales en las que no se impulsan obras. Más dinero para las concesionarias de las autopistas que para solucionar el problema del desdoblamiento.

En el caso de las carreteras localizadas en la provincia de Huesca, la finalización de la A-23 ahora se demora todavía un año más.

En el caso de la autovía Mudéjar, A-23, los 4,6 millones de euros presupuestados para liquidar las obras del tramo Nueno-Congosto del Isuela, ya finalizadas en julio y los otros 3 millones que se dedicarán al tramo Congosto del Isuela-Arguís, también mediante el método alemán, y los 1,4 millones para ejecutar un proyecto complementario entre Arguis y el Alto de Monrepós, bajo la misma fórmula, no ocultan que la finalización de esta autovía se prevé para un año más tarde, según los plurianuales, de lo que se había estimado. Aunque al menos también habrá dinero para retomar las obras del tramo Alto de Monrepós-Caldearenas, 10,7 millones, y otros 31,1 millones para el de Caldearenas-Lanave.

Pero casi se ve con optimismo por aquellos que esperan que se haga realidad algún día la conexión por autovía de Huesca y Jaca. O que, otra legislatura más transcurrida, alguien ponga en la siguiente algo más de 100.000 euros para ejecutar el tramo Huesca-Siétamo que dé continuidad a la autovía hacia Lérida (A-22).

Mismas obras, otro plazo

Las cuentas también reflejan que autovías como la A-14 o autovía de la Franja, llamada a conectar Lérida con Viella siguiendo el límite con Aragón también tiene como principal novedad que ya no se concluirá en el 2016 como se pensaba hace solo un año, sino en el 2017 en tres de sus tramos.

Lo mismo sucede para las variantes de Alcorisa (N-211), Tarazona (N-122) y Calanda (N-420) que en el 2014 debían tener proyecto ya este año y en el 2015 se vuelven a demorar, una vez más, las previsiones para su finalización. O en la de Borja-Maleján, que según las cuentas del 2014 debería haberse concluido este año los estudios y ahora vuelven a demorarse hasta el 2016 en un plurianual que reserva una partida de solo 5.000 euros para el 2015.

Otro de los ejemplos negativos que esconden los presupuestos estatales afecta al eje pirenaico de la N-260, sobre todo en el tramo túnel de Balupor-Fiscal, que ahora se demora hasta el 2018. Un proyecto más a la espera de finalizar en ese cajón del olvido que atesora Aragón con promesas incumplidas y plazos que nunca llegan a concretarse.