El diputado del partido más pequeño del Congreso se convirtió ayer en uno de los principales protagonistas del debate de investidura. Su intervención levantó la simpatía de muchas voces de una España muchos años callada, pero también se convirtió en la víctima principal de una cacería política y mediática de quienes no aceptan más Gobierno que el que ellos quieren. De quienes no aceptan más España que la suya. De quienes no aceptan las reglas del juego parlamentario de mayorías que permite gobernar incluso a partidos que no nos gustan. Y, de repente, la simpatía que durante meses ha generado Teruel Existe se convirtió en blanco de las iras de quienes ayer ya avanzaron con sus comportamientos, pataleos y discursos beligerantes que la legislatura será insoportable.

Durante años, la oposición política se centró en la queja permanente por la falta de infraestructuras. Sin ir más lejos, en la pasada campaña electoral unos y otros trataron de competir por defender qué Gobierno había traído más carreteras, trenes y aeropuertos a Aragón. Carreteras, trenes y aeropuertos que ayer se convirtieron en migajas y en 30 monedas de plata para los que no asumen que Teruel Existe ha dado su voto a quien libremente ha querido. Un voto dado a cambio de una carta a los Reyes Magos encarnados por un PSOE que ahora sí promete la misma A-40 que tumbó, o la A-25 que une Monreal del Campo con Alcolea del Pinar (a pesar de que siempre se consideró que un tercer carril sería suficiente por el flujo de transporte que genera la vía que atraviesa la gran cicatriz de España). Un PSOE, el nacional, que arropa a una formación que necesita y que le ha dicho que ahora sí se tomarán en serio las necesidades de la provincia. En la dirección socialista nacional, no en la aragonesa, el diputado de Teruel Existe ha caído muy bien. Hasta que las cosas se tuerzan.

El diputado Tomás Guitarte y Teruel Existe caían simpáticos cuando su lloriqueo reivindicativo no pasaba de ahí. Era gracioso el lema, el absurdo debate semántico de si es una España vacía o vaciada. Qué graciosos son los aragoneses cuando no protestan. O cuando su tópica nobleza que el franquismo agrandó y el franquismo sociológico hace perdurar no pasa de un tipismo tramontano. Pero cuando la queja se convierte en acción, la cosa cambia.

Aragón cae simpático si sus diputados son como Pablo Echenique o Pedro Fernández, que una vez con el escaño obtenido dicen adiós pasado Ariza y hasta las próximas elecciones. Labordeta caía simpático cuando creían que era un simple tipo con mochila y guitarra, primo hermano de quienes llevan boina, faja y tienen acento rudo pero su nobleza es sinónimo de resignación y obediencia al amo. Cuando descubrieron que hacía política y conseguía las cosas que exigía, fue blanco de insultos y difamaciones mediáticas hasta que pasó a la historia, injustamente, por mandarlos a la mierda justamente. Para las élites centralistas, el aragonés es gracioso si es un simple chiste de José Mota.

Teruel Existe puede ser criticable por muchos motivos. Y dudosa puede ser incluso su entrada en política para conseguir lo que no ha conseguido hasta ahora como plataforma ciudadana. Pero el acoso cibernético y en forma de pintadas, es intolerable. Un Guitarte titubeante y nervioso empezó su intervención aludiendo a esto, y recordando las migajas que les dio un ministro franquista. Porque eso sí que eran migajas.

Guitarte se suma a los Labordeta, Emilio Gastón, Chesús Yuste, Hipólito Gómez de las Roces, Antonio Serrano o José María Mur. Diputados que eran vistos como un elemento folclórico que hablaban un minuto cuando a la mayoría del hemiciclo les pillaba ya por la quinta caña en Casa Manolo hasta que se convertían en molestos e incómodos enemigos de todos cuando tocaban las narices reclamando o votando lo que les pareciera.