El nuevo Aragón está en marcha en el barrio zaragozano de La Almozara. En las calles comprendidas entre el parque de La Aljafería y la avenida de Francia se ha ido concentrando, durante los últimos años, una importante comunidad inmigrante que vive en casas alquiladas y regenta negocios de todo tipo: bares, locutorios, tiendas de alimentación... Subsaharianos, árabes, chinos y ciudadanos del Este conviven sin problemas con la población local, aunque los marroquís, como Abderrahim Addoune, de 44 años, creen que, a raíz del 11-M, "los españoles miran de otra forma" a los musulmanes.

Los inmigrantes de La Almozara, en general, han recibido con interés el Plan Integral para la Inmigración en Aragón. "Es positivo", reconoce el caboverdiano Juvenal Tabárez, que vive en España desde hace 27 años y regenta el bar El Africano en la calle Río Cinca. "Pero --agrega-- pienso que el Gobierno, ya sea el de la nación o el de la autonomía, no ha ayudado nada hasta la fecha a los inmigrantes... Nuestra integración se ha hecho a base de adaptarnos a lo que hay".

El senegalés Babakar Ndiye, de 29 años, que bebe un vaso de leche en la barra de El Africano, cuenta que él no ha tenido problemas para integrarse en España. "Trabajo en el campo --dice--, y cuando no me necesitan regreso a mi país con mi mujer... Nunca he recibido ayudas económicas cuando he estado en paro".

"¡Ojalá la DGA nos ayude a mejorar las relaciones con la Administración española!", exclama el también senegalés Tambedou Ablaye en su locutorio telefónico de La Almozara.

"La sociedad aragonesa--explica-- no es racista, y los inmigrantes sólo tenemos problemas con el Estado, con la Administración, que nos torea cuando hay que renovar el permiso de residencia, aunque paguemos impuestos como cualquier español".

El chino Xinli Wang, de 40 años, lleva poco tiempo en España, "un año y medio", y todavía se expresa con dificultad en español, un inconveniente que intenta superar asistiendo a clases para inmigrantes. Aun así, ayuda a su mujer en su tienda de alimentación y dice que se siente "integrado".

La comunidad marroquí, numerosa en La Almozara, estaba contenta hasta ahora con el trato que recibía de la sociedad española. Pero los atentados del 11-M han cambiado la situación.

"Me siento regular en Zaragoza", confiesa Abdel Haziz, de 39 años, que ha ido a orar a una mezquita de la calle del Reino. "A raíz de lo de Madrid he notado que no estoy realmente integrado, que la gente puede llegar a ser xenófoba y racista conmigo".

Para Abdel, el Plan para la Inmigración "será bueno", pero piensa también que "llega quizá un poco tarde, cuando lleva ya muchos años en marcha en países como Francia y Alemana y se ha demostrado que es muy adecuado para favorecer la integración de los inmigrantes".