En el centro de control del tranvía, cada operador trabaja con ocho pantallas de forma simultánea. Durante la noche, una persona en este habitáculo controla el movimiento de las unidades en el interior de las cocheras, pero cuando empieza la explotación son dos los operadores que controlan que todo vaya bien.

Por ejemplo, son los que se encargan de controlar el tráfico de tranvías en el caso de que haya alguna incidencia --las más habituales son choques con coches en los cruces con semáforo-- para tratar de solventar el problema lo antes posible. De este modo, si el convoy afectado tiene que detenerse durante un cuarto de hora para realizar el parte de accidente el operador de control va avisando al resto de las unidades por radio para que no avancen. Esta persona también puede comunicarse con las paradas y, a través de un sistema de información al viajero, se manda un mensaje a los carteles ubicados en las distintas marquesinas.

Su labor es determinar los pasos a seguir para resolver la incidencia lo antes posible. Pero no solo eso. También pueden ayudan a la gente a que saque el billete, dado que el usuario se puede comunicar con ellos gracias a las máquinas situadas en cada parada y pueden incluso realizar una venta a distancia.

Los operadores también reciben datos de los conductores. Por ejemplo, advierten al centro de control de que alguien se ha chocado en un semáforo, a través de un programa en el que se deja anotada la incidencia. Automáticamente sale una orden para mantenimiento.

A través de las pantallas se puede determinar dónde está el tranvía, por ejemplo. O ver las imágenes que emiten las cámaras de seguridad que se sitúan en toda la traza y en el interior de los convoyes. De este modo, pueden ver la situación en tiempo real, lo que permite "dar una respuesta a tiempo real", asegura el director de Construcción, Puesta en marcha y Operación del Tranvía de Zaragoza, Roberto Lagomarsino. "A veces incluso las incidencias se resuelven y el pasajero no se ha dado cuenta", indica.