Mañana se cumplen once años de la protocolaria firma entre el Ministerio de Cultura y los cuatro presidentes de las comunidades que históricamente formaron parte de la Corona de Aragón para constituir el Patronato del Archivo, uno de los fondos documentales más importantes del mundo y que contiene la información de esta alianza política que fue la más influyente en el Mediterráneo durante varios siglos. Fue una firma rápida, desganada, contaminada ya por los ecos del Estatut de Cataluña y el poco interés de Cataluña y el Gobierno central por conciliar los intereses de esta mancomunidad política. Por eso, firmaron y a casa. Mañana se cumplen once años y no ha habido ni una sola reunión. El ministerio, como presidente del patronato, tiene la obligación de convocar al menos una vez al año a los miembros y entre ellos elaborar el plan de acción anual y organizar y conocer las actividades que se realicen.

El patronato no funciona mientras que el archivo, conservado y tratado excepcionalmente por los expertos que trabajan en su sede de la calle Almogávares de Barcelona, actúa por inercia. Cataluña ha intentado desgajarlo varias veces, con la oposición de Aragón --que recurrió una disposición del Estatut al respecto- aunque el Constitucional llegó a dar la razón a Cataluña al considerar que los fondos propios de Cataluña (aquellos posteriores a 1770, cuando la Corona hacía unos años que ya no existía) podían disgregarse y formar parte de los archivos de la Generalitat.

Escaso interés

Ni Cataluña tuvo interés ni el resto de comunidades mostraron especial afecto, salvo Aragón. Baleares pronto planteó la cogestión con Cataluña, ignorando las demandas del resto, y los presidentes autonómicos valencianos nunca mostraron especial interés en una época en la que más que unos viejos papeles del pasado interesaban y eran más rentables en el Levante los premios de Fórmula 1, los aeropuertos fantasma y las Terras Míticas alicantinas.

Desde entonces, con mayor o menor ahínco y vehemencia, los poderes públicos aragoneses han venido reclamando estas reuniones. Hasta el 2011, el principal partido de la oposición, el PP, se mostró muy beligerante ante la inacción del Gobierno central, dirigido por los socialistas. Desde el 2011, el PP aragonés no ha mostrado tal beligerancia, pero sus compañeros de Madrid, ya en el Gobierno central, han actuado con la misma inoperancia y desinterés.

Es más, en mayo del pasado año, en una respuesta parlamentaria a la senadora del PAR, Rosa Santos, reconocía que iba a negociar «las exigencias» de la Generalitat sobre el Archivo, al tiempo que apelaba genéricamente a la búsqueda de soluciones. Un fracaso político después de que la firma de la constitución se vendiera como un éxito político: no en vano, llevaba 25 años de retraso a pesar de las continuas reivindicaciones y demandas, especialmente procedentes de Aragón.

Muy activo al respecto fue el diputado de CHA en el Congreso, Chesús Yuste, quien trasladó al Gobierno en diversas ocasiones su preocupación ante la inactividad del patronato. Siempre se encontró la misma respuesta: buenas palabras y planes a futuro cargados de inconcreción. En definitiva, en once años ni una sola reunión. Y lo más grave es que no hay visos de que se celebre alguna a corto o medio plazo.

Si hasta ahora todo eran largas, en estos momentos tampoco ayuda la coyuntura política, con Cataluña intervenida por el Gobierno central y con una suma de agravios por parte de la mayoría independentista, y no parece fácil que se desbloquee este parón.

Continúa la actividad

A pesar de que el patronato no se reúne y por tanto se incumplen los acuerdos alcanzados, la gestión del archivo es impecable, y continúa siendo fuente imprescindible para numerosos investigadores de todo el mundo, especialmente de la época medieval.

En los últimos meses, ha organizado una exposición sobre el archivero del siglo XV Pere Miquel Carbonell, otra sobre Cervantes con fondos procedentes del archivo de Simancas y otra sobre Carlos de Borbón, en su periplo de Barcelona a Nápoles. Entre las más recientes, La Corona de Aragón dibujada, recopilando diversos cómics sobre la historia de esta organización.

Asimismo, la web, alojada en el portal del Ministerio de Cultura, ofrece un sinfín de información acerca del archivo, así como una extensísima base de datos de la que se puede acceder a una gran parte del fondo documental. Las dos sedes del Archivo, tanto la histórica del Palau de Lloctinent como la funcional de la calle Almogávares, ofrecen visitas guiadas a cualquier interesado.

Pero ninguna de las decisiones que se adoptan es consultada a los miembros por derecho propio del patronato, lo que convierte este organismo en una anomalía sin precedentes. Una anomalía que cuenta con el beneplácito de su principal patrón, el ministerio.