La deriva que está tomando la posible inconstitucionalidad de la Ley de Capitalidad de Zaragoza pone en un brete al PSOE a golpe de titulares. Los que llegan desde el consistorio y los que da un Gobierno autonómico parecen contradictorios. Un día el grupo municipal defiende la inconstitucionalidad del artículo 14 por el que el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) asaltó los consejos de administración de las sociedades, y otro exhibe un informe de dos catedráticos de la Universidad de Zaragoza, pagado a pachas con el PP y Ciudadanos (Cs). -ojo, que CHA no participa de esto-, para justificar que esta inconstitucionalidad es manifiesta, aunque matiza que es cuando se usa como ZeC lo hace. Pero ayer el consejero Vicente Guillén, también socialista, garantiza la defensa a ultranza de la ley «hasta las últimas consecuencias» y le exige a Madrid que deje de intentar desestabilizar las relaciones (¿buenas?) con el ayuntamiento.

Así contado, en paralelo, se diría que no defienden exactamente lo mismo. En la secuencia de los hechos, tampoco hay que obviar el papel institucional de un Gobierno aragonés PSOE-CHA que sale a blindar todo el articulado de esa ley. Y que ambos se transforman a nivel orgánico. Los nacionalistas, que no han hecho excesivo alarde del pacto a cuatro en el que también está, parecen haber llevado su guerra al cuerpo a cuerpo con ZeC rompiendo todas las relaciones. Los socialistas parecen haber dado plena autonomía al grupo municipal que dirige Carlos Pérez Anadón, hasta el punto de que poco o nada importa la desconexión que pueda existir con los socialistas del Pignatelli o las Cortes.

Solo una máxima está en la hoja de ruta, la única orden de equipo que ha dado Javier Lambán al grupo municipal es que el partido no participe de una moción de censura. Ya es suficiente con que Podemos tenga el arma de recordar que el PP de Mariano Rajoy dirige el Gobierno central gracias a la abstención socialista, como para darle otra bala presentándose como el partido que derrocó a una alcaldía del cambio sumando votos con la derecha. Ese mensaje no está lo suficientemente maduro para justificarlo a una militancia que intenta cerrar todavía la otra herida. Así que la dirección tiene claro los límites, mientras deja hacer y a veces incluso compadece a los compañeros munícipes por el maltrato al que les somete ZeC.

Sin embargo, aunque eviten las fotos de grupo con la derecha, en la cocina de esas medidas para cortocircuitar la afrenta antidemocrática del Gobierno de Pedro Santisteve, se meten todo tipo de ingredientes. Y la mezcla penaliza más a la izquierda que a la derecha. Ese mínimo común denominador que bautizaron juntos se entremezcla con otros mensajes del PP de Jorge Azcón, y en menor medida de Cs, que PSOE y CHA no siempre comparten. Pero al ir a bloque, se pierden matices, esos que ahora son claves para Pérez Anadón. Para aclarárselo a su electorado, que no es el mismo que el de la derecha, y para no contradecirse con la DGA.

Con esa baza juega la estrategia de ZeC para tener éxito. Un golpe de fuerza retorciendo la ley y superando todos los límites y principios de la democracia con sus socios para que, definitivamente, se dejen atrapar por la derecha y tener enfrente una rara avis tan heterogénea como él mismo. Tantas almas tiene ZeC como ese bloque antiZeC. Para eso necesitaba quemar las naves, con el bloqueo a Pontoneros como detonante fingido (y verosímil). Y en el momento de votar los presupuestos, los de Zaragoza y los de Aragón, para evidenciar sus contradicciones y tener una oportunidad de vencer esta batalla.