La situación de la enfermedad covid-19 en Aragón se ha complicado de una manera acelerada, ya que en muy pocos días la cifra de casos se ha más que duplicado, se ha alcanzado una tasa de incidencia acumulada de casos registrados en 14 días cercana a los 700 por 100.000 habitantes, la tercera más alta de todas las comunidades autónomas españolas, una tasa de positividad de casos confirmados con PCR de más del 20%, el doble de la establecida como límite, y una ocupación de las ucis por enfermos de covid-19 del 40%, cinco por encima del límite marcado por el Ministerio de Sanidad.

Ante este panorama las autoridades sanitarias de nuestra comunidad no han tenido más remedio que adoptar nuevas medidas para tratar de controlar la situación, como el confinamiento perimetral de las tres capitales aragonesas y medidas de alerta sanitaria de nivel 3 toda la comunidad.

En la situación actual es preciso preguntarse cómo es posible explicar lo que está ocurriendo y cómo se podría frenar la cadena de transmisión del virus. Para ello hay que tener en cuenta que la situación epidemiológica actual tiene que ver con la persistencia de casos derivados del gran brote del periodo veraniego que se mantuvo en el mes de septiembre, y que en mi opinión ha experimentado la súbita elevación por dos hechos, el puente del Pilar y el comienzo del periodo otoñal.

Respecto al primero de ellos, a pesar de que en las fiestas de Pilar se suspendieron todos los actos, se produjo un incremento notable de movilidad de personas en nuestro territorio y por ello un incremento de los contactos sociales que facilitaron los contagios.

Con respecto al segundo, en el periodo otoñal ha cambiado la climatología y las personas tienden a estar más tiempo en espacios cerrados, que, si no se ventilan adecuadamente y no se cumplen las medidas de prevención apropiadas, facilitan los contagios.

Pero además de los dos factores generales referidos, la explicación de la súbita elevación de la incidencia de casos debe atribuirse también a la transmisión del virus en el entorno de la reuniones familiares y de amigos, al ocio, a la celebración de las llamadas no fiestas, a los incumplimientos de los aislamientos y cuarentenas, al no asumir que hay que mantener las medidas se separación interpersonal y el uso sistemático de las mascarillas en todos las circunstancias y en particular en los espacios cerrados (transportes públicos, en el trabajo, establecimientos de restauración y otros) e incluso al uso por algunas personas de mascarillas no homologadas que no protegen. A todo ello se une la existencia de transmisión comunitaria de casos cuyas relaciones con focos conocidos se desconocen, e incluso es muy posible que existan algunos nichos de contagios todavía no identificados que deberían investigarse.

Esperemos que las medidas adoptadas recientemente por las autoridades sanitarias de Aragón ejerzan el efecto deseado y se detenga la cadena transmisión acelerada en que nos encontramos en este momento, para lo que también será decisiva la colaboración responsable del conjunto de los ciudadanos.