El tranvía ha acabado por hundir uno de los estacionamientos subterráneos más socorridos del centro de la ciudad: el de César Augusto. Inaugurado en los años 80 para dar servicio, sobre todo, a los clientes del Mercado Central, ahora vive sus momentos más bajos, después de que en solo dos años haya perdido "más del 70%" de los usuarios. De los más de 800 coches diarios que lo utilizaban antes de que la piqueta empezara a trabajar en la zona se ha pasado a menos de 200 entre semana y a tener "apenas 20 o 30 coches" en los días más nefastos.

Los responsables de la explotación de esta concesión pública, la empresa Vinci Park, explicaron a este diario que el "cúmulo de circunstancias negativas" han sido decisivas para llevarlo a un camino de no retorno que hace que la inviabilidad económica a la que el propio ayuntamiento le ha llevado perdure durante los más de 20 años que le quedan asumiendo su explotación.

MOLESTIAS PARA ACCEDER Muchos de sus clientes que antes eran habituales ahora acuden al centro en el tranvía, los visitantes que van a la zona de forma esporádica en vehículo privado optan antes por otros párkings próximos, como Salamero, por el complicado acceso que se ha diseñado para acceder al de César Augusto, a través de Salamero y la calle Teniente Coronel Valenzuela. "Cuando estaban en obras, había gente que hacía ese recorrido y se encontraba con un camión a la puerta del párking, y tenía que esperar a veces 15 minutos. Ese cliente es muy probable que al día siguiente no regresara y que ahora que ya han terminado prefiera seguir haciéndolo", aseguraron.

A esto se suma, añadieron, que cada vez son más los que se desplazan al centro en tranvía y no en coche --"se ha reducido mucho el tráfico y la gente, hasta para ir a misa al Pilar bajan en tranvía si lo tienen cerca", apuntaron--, que la libertad de horarios que ha permitido la DGA para el casco no está siendo aprovechado por "casi nadie", y que "con centros comerciales como Puerto Venecia, con aparcamiento gratis, nadie va a venir al centro y pagar un párking". Ni siquiera el ocio nocturno es una opción, ya que "los jóvenes empiezan a desplazarse a otras zonas y el tranvía les permite ir al casco y regresar a casa sin necesidad de coger el coche". Los alcoholímetros que llegaron a poner ahora no sirven de mucho.

Además, lamentan que tampoco pueden nutrirse de más ingresos a través de las tarifas, porque el ayuntamiento fija un tope máximo que no pueden rebasar al ser un párking público (en los privados cobran 4 céntimos por minuto y ellos no pueden superar los 3) y tampoco contemplan rebajarlas porque, aunque el consistorio sí lo permite, mantiene el mismo canon por la explotación para la empresa,de manera que seguiría provocando un agujero económico.

El descenso de la ocupación en estos aparcamientos no es tan vertiginoso en todos los casos. El párking de Puerta Cinegia, también en pleno eje del tranvía pero con mejores accesos, sufrió durante las obras, pero con la puesta en marcha de la línea los usuarios esporádicos han ido volviendo --en este aparcamiento también hay plazas vendidas a vecinos del entorno--. A pesar de ello, la ocupación apenas alcanza el 25% por las tardes, cuando más afluencia hay.

El resto ha notado el descenso de usuarios en menor medida. Vinci lo atribuye a la crisis y a las dificultades que ofrece el acceso desde el Coso. Así, párkings como el de la plaza Salamero, los dos de la plaza del Pilar han podido reducir su ocupación media "entre un 10% y un 30%". Pronto puede haber novedades en los datos del de los juzgados, cuando se trasladen a la Ciudad de la Justicia, en la Expo.