PSOE

Vicente Guillén, consejero de Presidencia en funciones y portavoz del grupo socialista en las Cortes, dedicó ayer su intervención no solo a destacar la «inteligencia» política necesaria para haber alcanzado el cuatripartito, sino a destacar que otro acuerdo hubiera adolecido de la misma incoherencia, o más, por la que se lo ataca. Guillén consideró que las urnas arrojaron, el pasado 26 de mayo, un «mensaje nítido: pónganse de acuerdo para formar gobiernos estables». Algo que a su juicio han logrado a base de «generosidad, abandonando posiciones maximalistas, haciendo cesiones en busca de un mínimo común denominador». El socialista elogió al ya presidente Lambán por tomar la iniciativa en la conformación de acuerdos mientras otros estaban «tocando el violón, forjando acuerdos etéreos con el PAR como convidado de piedra», en referencia a la alianza de PP y Cs. Al respecto, hizo ver que un pacto de signo contrario, con Vox, hubiese incurrido en más graves contradicciones ideológicas que el actual, con un partido que abomina de las autonomías que son la base del PAR, de las comarcas o con un partido popular que «se pasó la campaña tratando de robarle concejales» a la formación de Arturo Aliaga. Apuntando al líder de Ciudadanos, Daniel Pérez Calvo, contestó a sus alusiones a un Gobierno Frankenstein (expresión, le afeó, plagiada de Pérez Rubalcaba) con que el suyo hubiese sido un «Gobierno Franconstein». También ridiculizó la costumbre creciente de tildar a Podemos de «extrema izquierda». Porque el partido, repasó, votó la pasada legislatura a menudo igual que el PP y Cs. «O ese partido no es tan radical o ustedes andan despistados», zanjó. No dijo cuántas veces votaron igual que el PSOE.

PODEMOS

Por momentos, la intervención de Maru Díaz pareció la de una consejera de innovación y sociedad de conocimiento exponiendo su programa de gestión. En un discurso redondo y en ocasiones excesivamente grandilocuente por sus apelaciones a un «Aristóteles que se sentiría orgulloso», por la responsabilidad y la altura de miras, justificó el papel de Podemos en un acuerdo de Gobierno con aliados en principio opuestos ideológicamente. De hecho, el discurso de Díaz fue radicalmente distinto al que realizó esta portavoz habitualmente incisiva en sus trabajadas intervenciones en la pasada legislatura, donde tuvo un relevante papel como partido que apoyó al Gobierno desde fuera de él y en más de una ocasión fue contundente en su crítica. Pero ahora apeló a la «audacia» y a la altura de miras «histórica» que ha obligado a esta «innovación política» que los une en un Gobierno a partidos con los que mantienen diferencias como son el PSOE y el PAR. El reto, «genuino y apasionante», merece la pena para hacer políticas que resuelvan los problemas a los ciudadanos. Enumeró muchos de ellos e hizo un encendido alegato en favor del medioambiente y la sociedad del conocimiento.Admitió que el acuerdo inicial entre PSOE y PAR no era para su formación «el punto de partida ideal, pero la política va de asumir la realidad» y ahora comienzan «cuatro años apasionantes», con un primer reto de lograr la igualdad para superar el sistema «patriarcal», acabar con la violencias machistas «, así como la lucha contra el racismo, la homofobia y la desigualdad territorial y generacional. Lambán agradeció la responsabilidad de Podemos y que al ser nuevos en tareas de Gobierno aportarán «savia nueva».

PAR

Arturo Aliaga utilizó su turno en el debate de ayer para reafirmarse en el «centro necesario» del tablero político aragonés y remarcar que, al tener que decantarse, no va a optar por un partido que reniega del Estado autonómico y defiende el trasvase, como Vox, sin nombrarlo. El presidente del PAR, que protagonizó la intervención más larga de todas sin réplica, de 40 minutos (quizá sobró la tan prolija exposición de las medidas del pacto), defendió un acuerdo a cuatro bandas que «no es solo novedoso, sino atrevido. Aunque algunos lo tachen de imprudente, es posible que Aragón necesite más atrevimiento que prudencia en estos momentos», afirmó. En una intervención plagada de citas de los líderes históricos del PAR, Aliaga se remontó al primer pacto con el PSOE e IU, cuando José Ángel Biel afirmó que «sorprenderse es empezar a comprender». En la historia más reciente, analizó que, igual que en las anteriores elecciones los aragoneses eligieron un Gobierno de izquierdas, con un 60% de votos para este espectro político, ahora se imponía cerrar «grandes acuerdos desde el sentido común, superando los frentes ideológicos», como han hecho con el pacto cerrado. En la intervención más interrumpida por la bancada del PP («Respect», pidió el anglófilo Aliaga), el presidente del PAR remarcó la solidez de un pacto «de base social amplia», alcanzado «con lealtad y entusiasmo» y con las «acertadísimas aportaciones de CHA, Podemos e IU» a la base que alcanzaron con el PSOE. Y al tiempo remarcó que siempre estarán en contra del trasvase y en defensa de la unidad de cuenca. Y, como dijo Emilio Eiroa, «sería trágico que una concepción jacobina (centralista) del Estado acabase con años de consenso».

CHA

El presidente de CHA, José Luis Soro, dedicó su intervención a defender que el acuerdo alcanzado por cuatro fuerzas políticas (cinco, contando el apoyo de investidura de IU) es para que los aragoneses estén «orgullosos» de la capacidad de pactos en la comunidad. De hecho, afirmó que solo es criticable desde el «sectarismo». En clave más interna, Solo afirmó que tienen «41.879 motivos para trabajar duro», en referencia a sus votantes en las elecciones autonómicas, agradeciendo «a la militancia la decisión que ha tomado de facilitar la Gobernabilidad». Un mensaje de especial relevancia tras el sonado abandono de la formación por parte de la exconcejala zaragozana Leticia Crespo, con duras críticas a la decisión. Él se mostró orgulloso del partido y volvió a recordar a su «maestro, el mejor parlamentario de Aragón», Chesús Bernal. También tuvo palabras de agradecimiento al PAR, por su «decisión valiente» de «separarse del bloque de derechas». Y fue de los que más crítico estuvo con su ala más extrema, Vox, al hacer notar su «pereza» al «saber que nos quedan cuatro años más de matracas retrógradas», en referencia al discurso de Santiago Morón, que le precedió.También lanzó cierta crítica al desarrollo de las negociaciones por elegir mal el momento de hablar «de cargos y puestos. Así solo se ahonda la brecha con la ciudadanía, y la nueva política huele a vieja». Por lo demás, repasó los puntos que su formación añadió o reforzó en el pacto final de 132 medidas. Lambán, en su réplica, estuvo lo cariñoso con su socio que no fue justo tras los comicios, y confió en que, igual que CHA se volvió más socialista y el PSOE más aragonesista la pasada legislatura, haya más transferencia ideológica en esta.

IZQUIERDA UNIDA

El portavoz de IU, Álvaro Sanz, elevó el tono político del debate desde su apoyo vigilante a un Gobierno que apoyó en su investidura pero del que no participará, erigiéndose en el único altavoz de la oposición de izquierdas de la Cámara. Sanz reclamó voluntad para el cambio, que este no se quede en «políticas cosméticas» que no apoyará en ningún caso IU. «No nos vale eso de cambiar todo para que nada cambie, esté quien esté ocupando esos asientos». Así lo señaló Sanz en una intervención con mucho contenido ideológico en el que desgranó los 52 acuerdos alcanzados con el PSOE. Javier Lambán se comprometió a incluirlos en su programa de Gobierno, algo que agradeció el portavoz de IU. Sanz también valoró que el PAR no haya facilitado un Ejecutivo de derechas, pero le recordó a Lambán que los aragonesistas forman parte de la derecha. Y le hizo ver a Lambán que el PAR son tres diputados, pero que la izquierda son más, concretamente 31. El portavoz de izquierdas expuso lo que a su juicio son los problemas del capitalismo, un modelo que ha propiciado la precariedad laboral y el incremento de la desigualdad. En este sentido, hubo un interesante pero excesivamente teórico debate con Lambán, sobre las relaciones históricas entre IU y el PSOE y el distinto modo de afrontar el capitalismo, que Lambán defendió como un modelo que puede morir en el 2050, pero «no por la crítica de la izquierda, sino de éxito». Sanz enumeró algunas áreas en las que puede haber ido a algunas áreas en las que habrá confrontación, como la educación o en materia fiscal, y a su juicio sería una «irresponsabilidad» hablar de rebajas de impuestos si se quieren financiar los servicios públicos.