Una de la voces más respetadas del sector bancario español se retira. Tras casi medio siglo de trayectoria en Ibercaja, el único sitio en el que ha trabajado, Amado Frnaco (Azuara, 1945) ha decidido ceder el testigo, lo que supone la salida del último gran cajero que seguía al frente de un banco sucesor de una caja de ahorros.

La timidez y la discreción son dos de las cualidades que, junto con el temple, caracterizan al banquero y economista zaragozano. Campechano, responsable, pudoroso, introvertido y muy aragonés, llegó a decir en una ocasión que para él, «es muy difícil pensar en Aragón sin Ibercaja». Y no es para menos porque ha estado casi media vida en la institución, desde que el 1 de enero de 1970 ingresara después de haber ganado las primeras oposiciones que se convocaban en la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja para licenciados universitarios. Y además, trabaja en el mismo solar donde estudió: Jesuitas.

Franco terminó Económicas en Deusto y, tras pasar las prácticas de la mili en la Ibiza hippie de 1969, comenzó a trabajar en el servicio de estudios de la caja. Enseguida pasó de ordenar los libros de Royo Sinués, director adjunto y sobrino de José Sinués, a dirigir las inversiones de la caja en Formigal. Para entonces, no sabía ni esquiar, pero ahora es un gran aficionado aunque confiesa tener más fuerza que estilo.

José Joaquín Sancho lo elevó a interventor general, primero, y a director general adjunto, después. En 1987 accedió a la dirección general, puesto que ocupó hasta el 2004 y en el que destacó por una sobresaliente gestión que lo convirtió en una autoridad en el mundo financiero.

Casado y padre de cuatro hijos, el presidente saliente de Ibercaja afrontó con preocupación los momentos más delicados de la presidencia de José Luis Martínez Candial y formó con Manuel Pizarro un tándem casi perfecto. Como responsable de la gestión, impulsó el cambio de imagen a partir del cual se lanzó la expansión nacional de Ibercaja y promovió el grupo financiero, hoy entre los primeros del país.

Anticipación

Ya como presidente, la entidad completó su implantación nacional y más que duplicó el volumen de actividad. Se anticipó al cambio de ciclo económico con medidas como el freno al crédito promotor, que permitió, pese al tsunami financiero vivido, asegurar el futuro. Con un sector en reestructuración, Ibercaja es uno de los cuatro bancos procedentes de cajas que no ha recibido ayudas públicas directas. Tras absorber en 2013 a Caja3 (CAI, se convirtió en el octavo grupo bancario de España.

Franco fue un acérrimo defensor del modelo de banca social de las cajas de ahorros y estuvo a punto de presidir la patronal de este sector (CECA) en el 2010, pero la coyuntura política del momento lo impidió en favor del catalán Isidro Fainé, patrono de La Caixa,

En su trayectoria, ha acreditado una visión privilegiada del sector financiero, lo que le he permitido tomar las decisiones adecuadas en todo momento. Las grandes cifras avalan su gestión: en sus 30 años en la alta dirección, Ibercaja multiplicó por 22 su volumen de negocio (hasta 98.571 millones) y sus recursos propios (hasta 2.753 millones), habiendo más que duplicado el número de oficinas (1.248) y de empleados (5.527).

Sus aspiraciones personales pasaron por estar en esta tierra; tener vocación de permanencia, de servicio y por eso se volcó en su trabajo y no le gustaba mucho salir en prensa.

Llega a la merecida jubilación siete años después de la edad oficial del retiro, con el deber cumplido que confirma lo que se dice de él: que ha sido un gran presidente. Feliz descanso.