Vox no estará en el debate electoral, la cita más icónica y determinante de una campaña donde el 41% de los votantes continúa en el vértigo de la indecisión. La Junta Electoral Central (JEC) dinamitó ayer la controvertida estrategia de Pedro Sánchez, que había optado por un formato a cinco que incluía a Santiago Abascal, y advirtió de que, si asistía el partido de ultraderecha, deberían ser invitadas también todas las formaciones minoritarias. Descartado un debate infinito, proporcional pero complicado en términos televisivos, el candidato socialista tiene sobre la mesa dos propuestas de debate a cuatro (PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos) y ahora la cuestión es elegir en qué cadena: Atresmedia o TVE con señal pool al resto de televisiones.

La dirección de campaña del PSOE decidirá hoy, aunque fuentes socialistas apuntan que será difícil rechazar en estas circunstancias la oferta de la televisión pública, informa Juan Ruiz. Mientras tanto, el maremagnum evidencia que la Ley Electoral ha quedado obsoleta. Ideada para sostener la arquitectura institucional del bipartidismo, sus previsiones resultan ya insuficientes para un tablero quintapartito que no cabe en el corsé. PP y PSOE se negaron a reformarla en la última legislatura.

La disyuntiva a la que se enfrenta el PSOE no es especialmente cómoda. Los socialistas eligieron Atresmedia conscientes de que en TVE era imposible confrontar con Vox. Sánchez prefería la presencia de Abascal porque le permitía un choque con la ultraderecha y, no menor, porque diluía a los tres candidatos conservadores en un mismo magma en el que pugnarían por su liderazgo y reducirían sus ataques al líder del PSOE.

La JEC vino a decir que, aunque Atresmedia sea una empresa privada, debe someterse también a los criterios de proporcionalidad que cumplen las televisiones públicas en cumplimiento del artículo 66.2 de la Ley Electoral. Determinó que el debate a cinco (previsto para el martes 23 de abril) «no podrá celebrarse» e instó a sus organizadores a cambiar el formato. No le valía a la JEC que la cadena intentase subsanar la ausencia del resto de pequeños partidos en el debate decisivo invitándolos a otro programa. Además, resolvió que el candidato de ERC, Oriol Junqueras, podrá participar en un acto electoral desde prisión.

Ahora al PSOE le toca volver a decidir en una cuestión que generó diversidad de opiniones. Tiene en la balanza la propuesta que lanzó desde el principio TVE y la de Atresmedia, que tras la resolución de la JEC, rehizo la suya para proponer el mismo formato que la televisión pública. Fuentes socialistas consideran complicado rehusar la oferta del ente que dirige Rosa María Mateo.

Lo que está descartado es no hacer el debate. No es que el equipo electoral de Sánchez tenga en sus preferencias estratégicas esta cita, especialmente en una campaña átona, sin estridencias, en la que son favoritos y tienen más interés en no cometer errores que en dar grandes titulares, pero saben que no pueden negarse. Máxime cuando el líder del PSOE reclamó en su etapa en la oposición los debates electorales como instrumento para que la opinión pública se informe.

El no a Vox disgustó a Abascal. «Algunos no saben qué hacer para excluir a Vox o para incluir a sus socios separatistas y golpistas en el debate», protestó en Twitter.

Albert Rivera rechazó la presencia de ERC porque considera que el independentismo estará representado por Sánchez. Iglesias recuperó la propuesta de su partido, que lleva desde el 2014 reclamando que se reforme la Ley Electoral para que haya, al menos, dos debates obligatorios en la televisión pública. «Hay que legislar ya», reivindicó desde las redes sociales.

Pablo Casado también mostró su malestar. Volvió a exigir un cara a cara que Sánchez no quiere concederlo para no elevarlo a la categoría de adversario principal. «Tiene miedo», interpreta Casado, convencido de que el socialista no quiere responder si concedería indultos a los líderes independentistas. A su juicio, primero debe plantearse ese duelo a dos y después «ya se hablará de otro tipo de debates de ocho o nueve» partidos, informa Pilar Santos.

En las generales del 2016 su antecesor, Mariano Rajoy, evitó un cara a cara con Sánchez (que sí le había concedido en el 2015) y prefirió un debate a cuatro. Fue organizado por la Academia de Televisión. Arrasó. Lo siguieron 10,4 millones de telespectadores, aunque el debate más visto sigue siendo el protagonizado por Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero en el 2008, con una audiencia de 13 millones.