Los pescadores deportivos estudian la posibilidad de movilizarse para protestar contra una normativa que afecta a la forma en que realizan la actividad y que tiene un impacto directo en la economía de las comarcas fluviales de Aragón. Además, solicitarán una entrevista con el presidente de Aragón, Javier Lambán, para que medie en el conflicto.

«Es un mazazo para la economía de la zona», recalca María Luis Serra, responsable de la Sociedad Deportiva de Pesca de Caspe. «La ley perjudica gravemente a la práctica de este deporte, pero nos preocupa más el impacto económico que va a tener», precisa.

Los pescadores consideran que hay especies, como la carpa y la trucha arco iris, que no deberían estar catalogadas como invasoras. «Llevan muchos años aclimatadas a nuestros ríos y pantanos y ha sido la propia Administración la que ha fomentado su suelta para repoblar los cursos de agua», afirma Serra.

«La normativa no entra en detalles, pero tendría que distinguir entre ríos y pantanos», manifiesta. «La Administración debería permitir la devolución al agua de los peces», añade.

Magda Godia, alcaldesa de Mequinenza, considera que la eliminación de los peces invasores capturados es un acto de crueldad.

«Son peces grandes y entonces el pescador va a tener que llevar consigo armas para matarlos, cuando la filosofía de la pesca deportiva es totalmente la contraria, la captura y la suelta», señala.

Los pescadores deportivos aragoneses creen que la normativa espantará a los aficionados de otros lugares de Europa, que en adelante irán a países donde no sientan la presión de los agentes de la naturaleza y de las fuerzas de seguridad.

«La posibilidad de que te multen si te ven soltar la presa hará que muchos aficionados se inclinen por otros destinos», indica María Luis Serra.

La obligatoriedad de sacrificar los peces exóticos terminará además con una de las recompensas del pescador deportivo: hacerse una foto con el siluro o la carpa de tamaño sorprendente y divulgarla en las redes sociales como una proeza.

Esa costumbre desaparecerá, apunta la responsable de la pesca deportiva en Caspe, porque podría convertirse en una prueba de que no se ha sacrificado el animal.

Pero ese aspecto no deja de ser anecdótico. Lo peor, considera, es que se pondrá en peligro la continuidad de los negocios de alquiler de barcas y de guías de pesca. Además, las tiendas, hoteles y negocios de hostelería perderán una parte importante de su clientela del resto de España y extranjera.