—¿Cómo fue el primer día en Caspe tras volver a la fase 2?

—Los vecinos en cierto modo lo han entendido, pero es verdad que no es un gusto para nadie retroceder tras tanto esfuerzo para llegar a la nueva normalidad. La gente hasta ahora ha sido responsable y creo que lo seguirá siendo, pero en cuestión de movilidad solo podemos recomendar y apelar a ese sentido común.

—¿Se esperaba este retroceso?

—Realmente desde hace mes y medio ya se barajaba esta situación al saber que habría más afluencia de temporeros. A más movilidad, más opciones de aparecer un foco de contagio. Pero estamos preparados, se ha actuado con la mayor celeridad e intentaremos que la situación se solucione lo antes posible.

—¿Usted sería partidaria de decretar el estado de alarma en estos territorios?

—Ese tema debería valorarlo el Gobierno de España y el Gobierno de Aragón. Pensando en lo que conlleva sería mucho más cómodo, por así decirlo, porque obligaría a no realizar desplazamientos y restringiría la movilidad. Pero también confío y creo en la responsabilidad de los vecinos.

—Todo apunta a que el origen de los brotes está en los temporeros, muchos de ellos carentes de viviendas. Sabiendo que llegaba la campaña de recogida, ¿se pudo haber actuado antes y haber dispuesto de domicilios o lugares para su residencia?

—La situación de los temporeros en Caspe ha cambiado mucho en los últimos años. De los 10.000 habitantes, cerca de 3.000 son habitantes de más de 50 nacionalidades que tienen su vivienda y están aquí todo el año. Son principalmente trabajadores del campo y ellos tienen casa. Sí es verdad que durante la época de recolección de la fruta, entre finales de abril y octubre, se requiere de más personal y la zona crece con entre 1.000 y 1.500 habitantes más. Siempre sabemos que van a venir y de hecho, este año, por la climatología no se ha requerido tanta temporalidad, pero disponemos de recursos.

—¿Cómo cuales? ¿Plantean disponer de algún edificio?

—Desde hace un mes ya tenemos preparado un edificio público, con habitaciones y baño para acoger a estas personas que no tengan vivienda y se contagien. Además, hemos concretado con la comarca la opción de disponer de otro en Maella.

—¿Los comerciantes están molestos al volver a la fase 2?

—Es obvio que no les ha sentado bien porque para ellos la normalidad suponía activar el comercio y la economía de todos. Si esto no fluye, se paraliza el pueblo de algún modo, pero esto no es un confinamiento, solamente hay que ser responsables, tener un poco más de paciencia y seguir adelante con los aforos establecidos. Hemos empezado a saber vivir de otra manera, sin tanta precipitación, y debemos seguir un poco más.

—¿El centro de salud está capacitado para un repunte de las atenciones?

—Sí. Los equipos de protección y la seguridad están garantizados y los circuitos de atención establecidos si hay más casos. Lo que no me canso de repetir es que ahora es el momento de extremar más que nunca las medidas de seguridad. El virus sigue aquí y mientras no haya una vacuna no podemos decir que estamos libres y limpios de él.