La manifestación más trágica del calentamiento global en la cordillera pirenaica está en la progresiva desaparición de los glaciares. Según constatan las principales investigaciones estas masas de hielo han experimentado una reducción del 88% de su superficie desde 1850. La temperatura ha subido una media de 0’3 grados por década y las precipitaciones han bajado un 10%. Un ejemplo reciente de esta realidad alarmante es que en octubre del 2019 el glaciar del pico Arriel, en la cabecera del valle de Tena, desapareció completamente.

Y este no es el único efecto del calor en el Pirineo. En la presentación del estudio sobre la muerte de cinco quebrantahuesos por la mayor incidencia del mosquito de la malaria aviar se explicó una circunstancia paralela relacionada con el aumento de las temperaturas. Los investigadores en la sierra de Guara usaron un huevo falso introducido en un nido de cría que les permitió analizar hasta 16 variables ambientales.

Huevos desprotegidos

La sorpresa durante el estudio de los datos fue constatar que en el momento en el que la madre abandonaba la incubación los huevos no se veían afectados por el frío, sino por el calor, pues los rayos solares del mes de marzo hacían aumentar la temperatura en los breves periodos en los que quedaba desprotegido y el sol incidía directamente en el nido. Esto podría provocar la muerte de los ejemplares si se produjera de forma continuada. «Estamos ante indicadores objetivos», señaló el presidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, Gerardo Báguena.

Estas alteraciones climáticas son especialmente perniciosas para la distribución de la flora y la fauna. Desde el Instituto Pirenaico de Ecología, con sedes en Jaca y Zaragoza, explicaron que los cambios también se dejan notar en la aparición de especies en alturas que no son habituales, algo que altera el comportamiento de todo el ecosistema.

La temperatura media en Aragón ha aumentado de manera progresiva en las tres provincias. En el periodo registrado, desde el año 1981 hasta el 2010, el incremento es mucho mayor durante los meses de junio, julio y agosto.

En Huesca la temperatura media anual entre 1961 y 1990 fue de 13,4 ºC mientras que en el periodo de 1981 al 2010, subió hasta 14 ºC. En Zaragoza, de 14,6 pasó a 15 ºC y en la provincia de Huesca de 11,7 a 12,2.

Por su parte, en las precipitaciones se ha podido observar variaciones dando lugar a meses con aumento y otros con un gran descenso. El panorama parece desalentador y la exigencia de medidas a las autoridades públicas se ha multiplicado en los últimos años con numerosas manifestaciones y concentraciones.

La directora general de Cambio Climático y Educación Ambiental, Marta de Santos recordó ayer que la estrategia aragonesa de cambio climático contempla un plan de acción con medidas concretas, un presupuesto adjudicado y un cronograma cerrado de intervenciones. Así, indicó que siguiendo los compromisos adquiridos entre los cuatro partidos que apoyaron la investidura, está previsto presentar ante las Cortes de Aragón una ley sobre el cambio climático en la que el departamento ya está trabajando.

En una comparecencia reciente ante los diputados indicó que la DGA «ha fijado su empeño» en fomentar el ahorro energético con un programa de rehabilitación de edificios públicos y la continuación de la política de descontaminación de suelos.