El proceso de devolución de los bienes de las parroquias altoaragonesas retenidos en el Museo de Lérida será largo, según anuncian los abogados implicados en el caso. Aún caben recursos, y no está claro que la ejecución provisional de la sentencia se pueda llevar a cabo en los próximos meses. El caso guarda muchos paralelismos con lo que sucedió con las obras de arte del monasterio de Villanueva de Sijena, pues fue la vía civil que se inició en ese litigio la que permitió que las piezas estén recaudadas en Aragón. Sin embargo, algunas circunstancias han cambiado, especialmente en lo político. La devolución del tesoro monegrino se llevó a cabo con una Generalitat de Cataluña intervenida tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Algo que ya no está en el horizonte a medio plazo.

El 15 de junio de 1995 se publicó el decreto que da origen al embrollo de las 111 piezas del obispado de Barbastro Monzón. Ese día se creó la nueva diócesis que comprendía los arciprestazgos de la Ribagorza, Cinca Medio, Litera y Bajo Cinca, hasta entonces agrupados en la diócesis de Lérida. El acuerdo fundacional, llamado Ilerdensis-Barbastrensis de finium mutatione (haciendo referencia a los cambios en los límites administrativos) ya contemplaba el problema del arte sacro, según queda acreditado en la sentencia publicada ayer. «El patrimonio artístico procedente de las parroquias desmembradas, y que se encuentra actualmente en Lérida, está a título de depósito y no de propiedad, mientras la diócesis de Lérida no apruebe lo contrario en cada caso; por lo que, de ser reclamado por sus legítimos propietarios, debe devolverse», quedó dicho en el decreto del 29 de junio de 1998 que el Nuncio Apostólico en España estableció para ejecutar los acuerdos de separación.

Desde Lérida intentaron en varios momentos invalidar el documento, pero sus peticiones fueron rechazadas en varias ocasiones, según detalla el juzgado altoaragonés. Esto permitió que entre el 2001 y el 2004 se reuniera siete veces una comisión destinada a encauzar la devolución del arte sacro. No alcanzaron ningún acuerdo y se nombró un mediador de la conferencia Episcopal que siguió trabajando en la entrega.

Hasta el 2008 se logró redactar una relación de qué bienes habían de ser objeto de entrega «por considerar que son propiedad de las parroquias segregadas y de cuáles no». Entre las diócesis de Barbastro-Monzón y Lérida se firmó entonces un acuerdo que ha sido fundamental para decantar la balanza. Los dos obispados reconocían que la propiedad de los referidos bienes eclesiásticos correspondía a las parroquias transferidas. Tras eso, la situación quedó estancada de nuevo.

El nuevo cauce judicial, amparado por el éxito de la reclamación del Ayuntamiento de Villanueva de Sijena, con ejecución provisional incluida, comenzó en el 2017. La llamada vía civil se basa en la premisa de que no se puede devenir en propietario de obras de arte de la iglesia por mera posesión o usucapión según el artículo 28.3 de la ley de patrimonio histórico español, pues según los responsables judiciales del consistorio monegrino «se necesita siempre un título legítimo de propiedad (venta o donación con las debidas autorizaciones eclesiásticas)».

En esta nueva senda los primeros enfrentamientos entre las autoridades aragonesas y catalanas, ya fuera del marco religioso, fueron por el lugar en el que se debía celebrar el juicio. Finalmente se decidió que fuera Barbastro. La vista oral se celebró el pasado mes de mayo.

En el capítulo de pugnas judiciales por el arte sacro aragonés aún queda abierta la devolución de los murales de la sala capitular del monasterio. En este caso, aunque existen sentencias que avalan la entrega, las autoridades judiciales no han considerado oportuno decretar la ejecución provisional hasta que se agoten todas las vías de recurso por el riesgo a dañar las piezas, actualmente expuestas en el MNAC de Barcelona.

De forma paralela estos días la comunidad ha recuperado siete cascos de origen celtíbero que fueron robados en un yacimiento de Aranda de Moncayo. En este caso, tras quedar confirmado el expolio en los juzgados, su actual propietario decidió una entrega voluntaria.

El camino de regreso de las obras de la Franja será largo. Y eso que desde el 2010 tienen un hueco reservado en las salas del Museo Diocesano de Barbastro: desde la inauguración del espacio las hornacinas vacías han servido como recuerdo permamente de un proceso que parece no tener fin.